Ficha técnica:
Título: Sayonara, Sorcier
Autor: Hozumi
Editorial: Shogakukan
Editorial en España: Milky Way Ediciones
Año: 2013
Volúmenes: 2
Sayonara, Sorcier nos trae una interesante interpretación a la japonesa de la relación entre los hermanos Vincent y Theodorus van Gogh. Así, se nos traslada al ambiente parisino de 1885, donde Theo trabaja como marchante de arte en la prestigiosa sede de la galería Goupil & Cie. Su figura es la de un personaje altamente carismático, resuelto a enfrentarse a la Academia y a apreciar el verdadero valor de los pintores rechazados por la misma, fomentando el auge incipiente del impresionismo, que hasta entonces se encontraba recluido en las tabernas de Montmartre. Resulta curioso que, por una vez, se le dé tanto protagonismo al que fue el gran instigador y benefactor de Vincent van Gogh, alabando así su importante labor en el cambio de mentalidad de la época, donde solo triunfaba lo académico.
De este modo, el autor nos presenta distintos artistas marginados de la época, como Henri de Toulouse-Lautrec, Gauguin y el propio Vincent. Paralelamente, va mostrando algunas de sus obras más celebres a lo largo del manga, especialmente de este último. También hace lo propio con aquellos artistas que siguen los cánones establecidos, como Jean-Léon Gérôme, que se nos presenta como rival de Theo.
Es importante señalar además la gran traducción de Salomón Doncel Moriano-Urbano para Milky Way Ediciones, ya que, en todo momento, acompaña el texto con notas explicativas que muestran detalles de los artistas, de sus obras o de los edificios y lugares emblemáticos que van apareciendo a lo largo del relato. Todo ello permite al lector tener una comprensión más global y real del momento tratado.
La contrapartida al realismo mostrado en la obra la vemos en el propio personaje de Vincent Van Gogh, ya que se le muestra como una persona alegre, incapaz de sentir tristeza ni maldad e inocente en exceso. De hecho, es asesinado por un ladrón el día antes de presentar una exposición que aguardaba con ansias. A raíz de su muerte prematura, Theo decide reescribir la historia de su hermano para convertirle en una víctima de su propia existencia, melancólico, inadaptado y con tendencias suicidas. Incluso convence a Gauguin para que mienta al decir que se cortó un trozo de oreja tras una de sus visitas. De este modo consigue que la gente se interese por su amplia obra, unida a la vida de un pintor trágico que resultaba más interesante. Todo ello lo apoya con la redacción de centenares de cartas que finge haber tenido con él.
A pesar de esto último, que no deja de ser una interpretación libre del autor de cómo pudo haber sido la realidad, la obra muestra de forma fiel una época marcada por la ruptura emocional contra el arte académico, donde se pretende acercar las obras a todo el mundo y no solo a una élite. Cambian de este modo también los temas, transformando los retratos de aristócratas y las escenas mitológicas en retratos populares de burdeles y cafeterías, bodegones sencillos y paisajes diarios que nunca se habían visto representados en un lienzo.
[Imágenes extraídas de http://ramenparados.com y http://milkywayediciones.com]
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