La inmortalidad es un tema recurrente en la ciencia ficción. Deseada y codiciada por muchos, se convierte a menudo en un relato involuntario de nuestra propia historia, testigo del paso del tiempo y argumento de fondo para mostrar la evolución de uno u otro personaje. Obras como Drácula, con su sempiterno vampiro, o Los Inmortales – The Highlander en versión original – son muestra de esta circunstancia, permitiéndonos, normalmente a través de flashbacks, “revivir” diferentes momentos históricos en los que el protagonista ha tenido la suerte o la desgracia de vivir.
Lobezno –Wolverine en la versión americana – es otro de estos eternos que se pasea a través de la historia, permitiéndonos vivir, a través de sus vivencias, algunos de los momentos más importantes de la humanidad. En el presente artículo nos centraremos únicamente en el análisis de las dos primeras películas en solitario de este personaje, X-Men orígenes: Lobezno y Lobezno Inmortal, vagamente basadas en los cómics y enormemente vapuleadas por la crítica. Por el contario, omitiremos la más reciente de sus apariciones cinematográficas, Logan, debido a la ausencia en la cinta de datos de carácter histórico, al desarrollarse en un futuro distópico. Así mismo, no se tendrán en cuenta el resto de films de la franquicia X-Men, que en algunos casos – véase Primera Generación, Días del futuro pasado y Apocalipsis – permitirían un análisis sobre los años 60 y 70 de siglo pasado o incluso de los campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
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