Como en tantas ocasiones hemos comprobado en El Octavo Historiador, el sector de los videojuegos ha explotado muy a menudo la temática histórica, y el Medievo ha sido uno de los períodos con mayor presencia. Uno de los ejemplos paradigmáticos es la saga Patrician, en cuyas cuatro entregas –The Patrician (1992), Patrician II: Fortuna, poder y victoria (2000), Patrician III: Imperio de los Mares (2003) y Patrician IV (2010)- el jugador se veía inmerso en el mundo del comercio marítimo bajomedieval en el Norte de Europa, momento en el que esta actividad estaba dominada por la Liga Hanseática. Esta institución, constituida oficialmente en 1358 y con sede en Lübeck, fue una federación de ciudades -y sus comerciantes- que gozó de un dominio prácticamente total de las transacciones comerciales en el Mar del Norte y el Mar Báltico.
Y si algo era necesario para el desarrollo de esa actividad mercantil eran los barcos, naves de tipologías diversas que son clave en la saga Patrician. En estos videojuegos el jugador tiene a su disposición cuatro modelos de barco: goleta (Schnigge en la versión alemana original de los juegos), carabela (Kraier), nao (Kogge) y galeón (Hölk). Todos ellos pueden ser fabricados en los astilleros de las ciudades del juego, aunque su precio varía debido a las muchas diferencias entre los barcos sobre todo en lo referente a la capacidad de carga o el espacio disponible para armamento. También hay que tener en cuenta otros factores como la ciudad de destino (solo la goleta y la carabela pueden hacer rutas fluviales, y por tanto comerciar en los enclaves de Colonia, Torum o Novgorod).

En lo que se refiere a la nave más pequeña de cuantas están representadas, la goleta, nos encontramos un problema que se repetirá: la traducción del juego nos puede llevar a pensar que los creadores de Patrician no estaban bien documentados históricamente. Hay que tener presente que incluso en zonas geográficamente cercanas las denominaciones de un mismo navío podían no ser idénticas, pero en este caso parece más probable que influyera el hecho de que muchas embarcaciones que se empleaban en los mares del Norte y Báltico no eran habituales en el sur de Europa, por lo que en esta zona no tenían un nombre propio. Así, los traductores optaron por que fueran más conocidos para los hispanohablantes, pero que en realidad no corresponden a los barcos de la saga. Esto se hace especialmente evidente en el caso de la carabela, nave que no se corresponde en absoluto con el Kraier, ni por tipología ni por período histórico. En cuanto a la nao, aunque nuevamente la traducción nos puede inducir a error al no haber una correspondencia exacta, es el barco en el que los desarrolladores lograron más fidelidad histórica, puesto que el Kogge de estos videojuegos es casi idéntico a las recreaciones existentes del mismo. Y la profusión de estos barcos en Patrician efectivamente encaja con la enorme popularidad que tuvieron en el comercio marítimo en el norte del Viejo Continente durante la época bajomedieval. Finalmente, hay que señalar el caso del galeón, que tiene más matices que los otros tres modelos: por un lado, nuevamente hay una traducción inexacta, puesto que el original Hölk encajaría mucho más, al ser más característico de esta zona que el galeón. Sin embargo, en cuanto a las características de esta nave, hay que destacar que la forma del casco o la eslora del barco encajan más con la de un galeón que con la de un Hölk; por lo que no parece que la representación sea tan fiel a nivel histórico como en otros casos. En este último caso si hay que mencionar que el galeón tardará cierto tiempo en estar disponible si el jugador escoge principios del siglo XIV para iniciar la partida, puesto que en ese momento esta nave aun no existía (eso si, la Hansa tampoco estaba fundada a nivel oficial en 1300, como aparece en el juego).
Así, podemos concluir que la representación de los barcos medievales en la saga Patrician es -al menos si optamos por la versión original en inglés- bastante adecuada, aunque existen pequeños errores que, de todos modos, no son especialmente destacables. Así, al que le interese acercarse de manera lúdica a la Baja Edad Media, encontrará en estos videojuegos un buen modo, aunque su fidelidad histórica no sea absoluta. En cualquier caso, siempre es interesante que existan este tipo de juegos que aborden una temática económica del pasado que, no lo olvidemos, en buena medida acaba modelando todos los procesos históricos.
[Imagen de portada extraída de: gamewatcher.com]