En la Historia del cine ha habido innumerables películas despedazadas por la crítica, y en muchos casos el criterio del público no ha ido en la misma línea. Un ejemplo reciente muy paradigmático es Gotti, biopic dirigido por Kevin Connolly y protagonizado por John Travolta, que tuvo su estreno en el Festival de Cannes de 2018. Tras esta premiere, los críticos otorgaron unas valoraciones muy negativas, aunque la opinión general de los espectadores no fue tan mala, tal vez por sus diferentes criterios. Y como comprobamos a menudo en El Octavo Historiador, más peculiares son aun los criterios de historiadores picajosos con la ambientación en el pasado, por muy reciente que este sea, lo que nos permite tener una visión algo distinta de Gotti.
A nivel temático, no es extraño que desde Hollywood produzcan largometrajes sobre la mafia italoamericana, ya que el cine de gángsters ha ocupado un lugar importante en la industria desde la década de 1930, y no hay que olvidar el hito que supuso la saga de El Padrino, de Francis Ford Coppola, gracias a la cual el personaje de Vito Corleone pasó a ser el arquetipo de mafioso. Y fue precisamente John Gotti uno de los capos reales que mejor se adaptó a este estereotipo, debido a su elegancia y su defensa de los valores tradicionales de estas organizaciones criminales -lealtad, obediencia, etc.-. No deja de ser curioso que sea en las últimas décadas del siglo XX cuando aparezca un personaje que realmente encarne a ese arquetipo nacido en épocas anteriores.
A la hora de valorar la veracidad o no de los hechos históricos reflejados en Gotti hay que tener presente, en primer lugar, que todos ellos están extraídos de las memorias del hijo del protagonista, Junior (tituladas Shadow of my father), lo que evidentemente ya imprime cierto sesgo. Sin embargo, también se puede apreciar a lo largo del film que se recurrió a otras fuentes, tanto escritas como audiovisuales, bastante abundantes dado que se trata de acontecimientos que recibieron una amplia cobertura informativa. La acción del film se inicia en 1973, cuando el protagonista es detenido y posteriormente encarcelado en Green Haven, lo que no fue su primer paso por una penitenciaría, puesto que durante su conflictiva juventud ya había sido condenado (a esto se refiere en varias ocasiones, si bien no se ve en ninguna imagen). Durante esos años entra a formar parte del grupo de la familia Gambino, una de las Cinco Familias -conjunto de cinco organizaciones criminales italoamericanas que controlaban el crimen organizado en Nueva York-, en la que, como se puede apreciar de manera bastante fiel en la película, va ganando peso de manera progresiva. A ello ayuda una curiosa habilidad que le acompañará casi hasta el final de su vida: salir absuelto en casi todos los juicios en los que se ve envuelto, que no son pocos.

El punto culminante del ascenso de Gotti llegará en el año 1985, cuando se convierte en el capo o principal dirigente de los Gambino, que por aquel entonces ya eran la familia más poderosa. La acción que le permite acceder a ese cargo es bastante arriesgada, y sus detalles se reflejan en el film de una manera bastante fidedigna, a juzgar por los informes policiales: las frecuentes tensiones por el poder en el seno de la mafia se hacen cada vez mayores tras el fallecimiento de Carlo Gambino y su sucesión por parte Paul Castellano, enemistado con Gotti. Ante la perspectiva de ser asesinado, este opta por acabar con Castellano en connivencia con algunos de sus más allegados, que le disparan a él y a su conductor a la puerta de un restaurante. Debido a la ascendencia de John Gotti en la organización y a su enorme popularidad entre la población, logra ser reconocido como capo, cargo en el que se mantendrá durante los siguientes siete años. Durante ese período pasará a ser un personaje público que atrae una atención mediática constante, en parte debido a su particular y elegante estilo, que le hará merecedor del sobrenombre de “The Dapper Don” (en español, “el Don apuesto”). Pero si por algo protagonizó infinidad de portadas fue por aquella capacidad ya mencionada de escabullirse de todos los cargos que se presentaban en su contra, independientemente de a qué actividad delictiva se refirieran -y no estaba presente en pocas-. Esta habilidad para salir indemne y escurrirse de las manos de la Justicia le granjeó otro de sus apodos más conocidos, el de “The Teflon Don” (en español, “el Don de teflón”). De hecho, la referencia a la constante persecución policial y las artimañas empleadas para burlarla es otra de las constantes de la película, y el protagonista se refiere a la Administración como su gran enemigo y -prácticamente- la encarnación del mal para su familia, como le repite constantemente a su hijo Junior durante sus últimos meses de vida.
Son también estas conversaciones con Junior otro de los puntos claves de Gotti, en donde se muestra mejor la psicología del personaje, su defensa de su familia y de las normas de la Mafia. Se insinúa que durante un tiempo su vástago siguió a cargo de los negocios ilegales de los Gambino, como así fue tras la condena a su padre en el año 1992, cuando finalmente acabó cayendo, en buena medida por la declaración como testigo de uno de sus más estrechos colaboradores, Sammy Gravano. La relación entre él y Gotti, así como la de este con otros de sus más allegados también se retrata con bastante veracidad, por lo que sabemos, aunque posiblemente con ciertas licencias narrativas.
Finalmente, tras una larga agonía, John Gotti acaba falleciendo en 2002. La noticia de su muerte fue recogida con profusión por los medios, y las muestras de admiración hacia su figura fueron masivas en Nueva York. De hecho, en el film se recrean con bastante exactitud tanto su funeral como las entrevistas a numerosos vecinos que alababan su figura y lo reconocían como un benefactor de su comunidad. Esto refleja muy bien hasta qué punto las organizaciones criminales llegan a controlar sus zonas de influencia, y cómo obtienen el respaldo popular, haciendo favores y haciendo elevados dispendios en actividades festivas (de hecho, Gotti era conocido también por este tipo de acciones, como también se muestra en la película).
Resulta curiosa, en cierta medida, la importancia que se le da en Gotti al perfil más humano del protagonista. Este es caracterizado por John Travolta de una manera bastante acertada a nivel físico, pero el director también trata de reflejar su carácter y modo de ver el mundo. Tanto es así, que en ocasiones parece ser casi benévolo con este hombre que encarnó como pocos la crueldad a la hora de ejercer su labor como capo criminal, al no mostrar de manera explícita sus acciones más violentas. También se hace hincapié en algunos momentos que le marcaron más, como el fallecimiento de su hijo pequeño, atropellado accidentalmente por un vecino. La ira de su familia contra el conductor acabará con el asesinato de este, si bien esto no aparece de un modo tan duro y explícito como fue en realidad.
En cualquier caso, aun con omisiones y alguna licencia narrativa, esta es una película bastante fiel a la vida de John Gotti, o, al menos, a buena parte de los hechos que marcaron no solo su vida, sino también la vida de Nueva York entre la década de 1960 e inicios del siglo XXI. Además, es un buen modo de acercarse a una de las figuras más importante de la historia criminal en los EE.UU. Y todo ello bien enmarcado con referencias contantes y bastante acertadas a los momentos en los que se enmarca la acción, como el estreno de la película Los incorregibles albóndigas (de 1979), los coches de época y un largo etcétera.
[Imagen de portada extraída de: hollywoodreporter.com]