Se cumple un mes del estreno de la última película de Isabel Coixet, que nos llega a través de la plataforma Netflix. De este modo, se internacionaliza de nuevo una historia que ya lo hizo en 1901. Se trata de la vida de Elisa y Marcela, dos mujeres de A Coruña que lograron engañar a la sociedad del momento para poder casarse por la Iglesia, travistiendo a una de ellas en hombre, cien años antes de que se legalizase por primera vez el matrimonio homosexual en los Países Bajos en 2001 y en España en 2005.
Fueron conocidas por la prensa contemporánea como el “matrimonio sin hombre” e iniciaron su historia en un pueblo coruñés llamado Dumbría, donde eran maestras en la escuela. En 1901 deciden dar el atrevido paso casándose en la iglesia de San Jorge en A Coruña, convirtiendo a Elisa en Mario y logrando así burlar al sistema. Sin embargo, el engaño dura poco tiempo, ya que son descubiertas al regresar al pueblo donde vivían.
Perseguidas por sus vecinos y denunciadas a la policía, deciden huir a Oporto, donde consiguen vivir en calma durante dos meses, hasta que son detenidas por insistencia de la justicia española por escándalo público y falsedad documental. A pesar de todo, la sociedad portuguesa se solidariza con las mujeres, así como la prensa internacional que se hace eco de la noticia.

En la película es en este instante donde reciben más apoyos, coincidiendo con el embarazo de Marcela, quien da a luz en la cárcel de Aljube, en Lisboa. También es donde Isabel Coixet se permite más libertades, como la decisión de entregar su hija al alguacil para poder escapar a Buenos Aires antes de ser entregadas a las autoridades españolas. Sin embargo, a pesar de que sí logran este último propósito, lo hacen acompañadas de la niña, al contrario de lo que ocurre en la ficción.
Finalmente, en Argentina se les pierde la pista, aunque sí hay constancia de que Elisa tuvo un matrimonio con un danés 20 años mayor que ella, siendo denunciada por el mismo por rehusarse a tener relaciones sexuales con él y tras conocer el escándalo que acompañaba su pasado en Europa. No obstante, esta parte de la historia no se refleja en la película, donde su paso por Sudamérica se limita a un encuentro futurístico con la hija a la que habían abandonado, ahora ya como mujer adulta, siendo a quien relatan toda la historia.
En cuanto al tratamiento documental para la recreación histórica, sí se contó con el asesoramiento del Doctor en teoría e historia de la educación Narciso de Gabriel, principal investigador y experto sobre la historia de esta pareja. A pesar de ello, él mismo reconoce en una entrevista a El Español [1] que se recurre a la imaginación en varias escenas debido a la falta de información que hay sobre ellas en algunos aspectos de su vida, tomándose ciertas libertades como la comentada sobre la hija de ambas.
Por último, cabe señalar que en diversos momentos del metraje se emplean grabaciones y fotografías de la época, con las que se integra la ficción para hacerla más realista. De este modo, contaron con la colaboración de la Cinemateca Portuguesa-Museu do Cinema, así como de las colecciones de la cineasta argentina Júlia Solomonoff y del fotógrafo Manuel Valcárcel. No fue así, sin embargo, con las cartas que se leen en el transcurso del metraje, ya que estas fueron escritas por las propias actrices protagonistas [2].
[1] El Español – Quincemil: ¿Cómo acabó la historia de Elisa y Marcela? Quien más sabe nos lo cuenta. – https://www.elespanol.com/quincemil/articulos/actualidad/como-acabo-la-historia-de-elisa-y-marcela-quien-mas-sabe-nos-lo-cuenta
[2] Sensacine: Natalia de Molina: «Las cartas de Elisa y Marcela las escribimos nosotras. ¡Son nuestras!» – http://www.sensacine.com/noticias/cine/noticia-18577239/
[Imagen de cabecera extraída de El Independiente]
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