En su momento ya hablamos aquí de la popular serie The Handmaid’s Tail o El cuento de la criada, adaptada de una novela de Margaret Atwood. En esta distopía, un grupo fundamentalista cristiano se hace con el poder en los Estados Unidos y crea un nuevo Estado, Gilead, en el que las pocas mujeres fértiles que quedan son convertidas en “criadas”, cuya función será darle hijos a la élite gobernante, los “comandantes”. Pero de lo que hoy vamos a hablar no es sobre aspectos narrativos de la serie, como cabría esperar, sino de algo mucho más concreto: la simbología de Gilead y lo mucho que esta se parece a la Alemania nacionalsocialista.
Antes de entrar en detalle, es preciso reflexionar sucintamente sobre la importancia del simbolismo para cualquier ideología o régimen político. Las banderas y los escudos suelen entenderse como la plasmación gráfica de un sistema o unas ideas; pretenden transmitir todo un conjunto de valores considerados positivos y que se espera hacer perdurar en el tiempo. Los ejemplos son innumerables, y no tenemos que irnos muy lejos: las banderas monárquica y republicana en España, el cambio de la hoz y el martillo soviéticos a los colores paneslavos en Rusia o la adopción de la bandera de la República de Weimar para sustituir a la enseña con la esvástica en la Alemania de postguerra. Lo que podrían ser meros cambios estéticos esconden siempre aspectos mucho más importantes sobre la propia concepción del mundo. Y en The Handmaid’s Tale esto lo podemos ver con una claridad meridiana: cuando los Comandantes se hacen con el poder deciden desterrar todos los elementos simbólicos que llevaban acompañando a los Estados Unidos desde su creación, puesto que consideran ese antiguo régimen como una traición a los valores cristianos que deberían impregnar a la sociedad y al Gobierno, siempre según su particular interpretación de los textos bíblicos.
El punto que quizás más destaca es el cambio de denominación de la nueva república, que pasa a llamarse Gilead. En la serie no explican con detalle (al menos hasta mediados de la tercera temporada, donde ahora se encuentra) las razones por las que se escogió este nuevo nombre, pero parece evidente que es una referencia bíblica: Gilead -o Galaad, en español- sería el monte en el que Jacob y su tío -y suegro- Labán acordaron aliarse y olvidar sus disputas anteriores, tras haberle hablado Dios a Labán en sueños. No es casual que los Comandantes optasen por un topónimo relacionado con Jacob, puesto que este patriarca bíblico parece ser la figura de referencia dentro del universo simbólico de su régimen. De hecho, la milicia de la que se sirven los nuevos gobernantes para asentarse en el poder se denomina «Hijos de Jacob», lo que reafirma ese enorme peso específico de aquel personaje que ya durante su vida sería rebautizado como «Israel», y cuyos doce hijos formaron las famosas «12 tribus». Podemos encontrar muchos paralelismos de ese cuerpo paramilitar en diversos regímenes del pasado, pero el color negro de sus uniformes nos remite, sobre todo, a las famosas Schutzstaffel o SS nacionalsocialistas.

Otro elemento central dentro de la parafernalia de Gilead es la bandera del nuevo país, que tiene distintas variantes, posiblemente vinculadas a los distritos en los que se reestructura el territorio estadounidense. La principal diferencia entre ellas es cromática, ya que todas ellas tienen presente el mismo emblema -el que hace las veces de escudo de la nueva república-, un ave con una rama de olivo en su pico, y sobre ella un círculo en el que se inserta la representación de un Sol con 24 rayos.
No está claro de qué ave se trata; habría dos posibilidades: lo más probable es que sea una paloma, ya que es el pájaro que se suele asociar a la rama de olivo que porta en el pico. Acostumbramos a relacionar estos dos elementos con la paz, pero en el caso de Gilead podemos deducir que el componente religioso sería más relevante, por lo que se podría asimilar al Espíritu Santo. No obstante, parece aun más probable que se trate de una referencia a otro pasaje del Génesis en el que Noé suelta una paloma tras cuarenta días de Diluvio, y esta vuelve con una rama de olivo, simbolizando el fin del castigo divino y la nueva alianza entre Dios y el hombre –y el nuevo régimen se entendía a sí mismo, precisamente, como una vuelta a valores bíblicos y al encuentro del ser humano con la divinidad-. Pero también se puede interpretar el ave como un águila, sobre todo por su pico curvo, lo que entroncaría con la tradición anterior -el águila calva es el animal emblema de los Estados Unidos-, aunque también con muchos otros regímenes que han tenido muy presente este animal en su simbología, entre los que destaca el Tercer Reich hitleriano -si bien en España posiblemente sea el régimen de Franco el primero que se nos venga a la cabeza al pensar en el águila-.
El elemento dominante en la heráldica de Gilead es el círculo en el que se inscribe un Sol de 24 rayos que ocupa el centro de la bandera. Este elemento sí que bebe de manera bastante evidente de la Alemania nacionalsocialista. No solo por el elemento circular monócromo sobre un fondo de otro color, sino por hayarse dentro de él un elemento solar. Porque la esvástica o cruz gamada no deja de ser eso mismo, una representación -muy extendida en diversas culturas- del Sol y su movimiento. En este caso, sin embargo, el astro rey tiene un diseño más similar a la «estrella de los Argéadas» -símbolo de la familia de la que descendía Alejandro Magno, y presente en la enseña de la actual región griega de Macedonia- o, incluso, al «Sol de mayo» de las banderas argentina y uruguaya. En cualquier caso, la combinación de esos dos elementos no admite muchas dudas con respecto a qué régimen pretenden los creadores de la serie asimilar a Gilead.
- Imagen extraída de: refinery29.com
Y por si en las dos primeras temporadas las similitudes simbólicas entre el sistema de los Comandantes y el nacionalsocialista eran sutiles -aunque se podían encontrar fácilmente-, en la tercera pasan a ser mucho más evidentes, sobre todo cuando la acción de la serie pasa a discurrir en Washington. Allí, la bandera de Gilead es casi omnipresente, pero con un colorido que hasta ese momento no se había visto. Durante las dos primeras entregas solo vemos la enseña del distrito de New Gilead -correspondiente, aproximadamente, a la actual zona de Nueva Inglaterra, en el noroeste del país-, en donde el ave sería negra, el círculo rojo y el sol ocre, color que sería predominante también en el fondo. Pero en la versión de la capital la gama cromática acentúa aun más las reminiscencias nazis: el fondo es totalmente rojo, y para el círculo central se opta por el negro, con un ave dorada bajo este. Una rápida ojeada al estandarte resulta bastante esclarecedora al respecto…
El resto de elementos que se nos presentan en el recorrido por Washington también van en el mismo sentido: la bandera está presente en casi todos los edificios y calles, recordando toda la escenografía nacionalsocialista, y se sustituyen elementos referentes al régimen anterior en favor de otros más acordes con el nuevo (el monolito a George Washinton reconvertido en una gigantesca cruz, la monumental estatua de Abraham Lincoln semidestruida, edificios «degenerados» son reedificados acorde a los nuevos valores estéticos, etc.).
Así, el marcado antagonismo existente en The Handmaid’s Tale entre «buenos» y «malos», es decir, entre Gilead y sus opositores -June y el resto de la resistencia-, se refuerza asimilándolos a la Alemania hitleriana y los que lucharon contra ella respectivamente. Y ello pese a las notables diferencias que se pueden apreciar entre ambos regímenes. Pero no es raro que en cine y televisión se recurra a ese tipo de juegos con ese período histórico concreto -basta recordar el discurso «estilo Nuremberg» del Episodio 7 de Star Wars, por ejemplo- para recordarle al espectador con cuál de los dos bandos debe simpatizar más. No es algo nuevo, en absoluto, y en este caso comprobamos cómo es una fórmula que sigue funcionando muy bien a nivel comercial. Y es que, aunque a veces no lo parezca, la Historia está grabada en la mente de todos nosotros, y resulta muy cómodo entroncar cualquier hilo narrativo con ella, aunque normalmente siempre suele ser de un modo bastante sesgado. Aunque al ser ficción, tampoco tendría que ser necesariamente un problema.
Y de paso, esto nos permite reflexionar también sobre la importancia del simbolismo o la vexilología, no solo en el pasado, sino en nuestro día a día. Porque esas banderas, esos escudos o esos estandartes no son solo un conjunto de colores o formas, sino también una fuente inestimable para entendernos a nosotros y nuestro modo de ver este mundo… y lo que nos ha traído hasta él.
[Imagen de portada extraída de: dcist.com]