«Sidi», el Cid según Pérez-Reverte

Quizás esta reseña no sea muy original: tenemos un autor muy popular, como es Arturo Pérez-Reverte; una novela histórica, género muy habitual en nuestras páginas; y un personaje de sobra conocido, el Cid Campeador, Rodrigo Díaz de Vivar. Sin embargo, de la mezcla de todo ello resulta un producto sumamente interesante en el que se enfoca, desde un punto de vista muy típico del autor, la conflictividad política y la inestabilidad fronteriza durante el siglo XI en la península Ibérica: Sidi.

En primer lugar, hay que referirse a Pérez-Reverte, uno de los escritores más reconocidos -y más exitosos en cuanto a ventas- de los últimos tiempos. En su haber tiene un buen número de libros con trasfondo histórico, como El húsarUn día de cólera -del que ya hemos hablado en El Octavo Historiador-, El asedio, las series de Alatriste y Falcó, etc. Por lo tanto, no es una novedad verle adentrarse en el pasado para ambientar sus novelas, siempre con un punto de vista casi idéntico, con protagonistas duros, curtidos por sus experiencias en zonas de combate, con una moral muy recta en determinados aspectos, aunque totalmente adaptables en casi todos los sentidos en pos de un único objetivo: sobrevivir. Y la vida de Rodrigo -o Ruy- Díaz de Vivar, combatiendo para distintos señores como mercenario en un contexto muy conflictivo, encaja muy bien en ese prisma de Reverte.

A lo largo de la novela se va recorriendo un breve período de la vida del Cid, entre su destierro por parte del rey Alfonso VI y su victoria en la batalla de Almenar, sirviendo al rey de la taifa de Zaragoza, Mutamán -hechos que se darían entre 1080 y 1082-. Sin embargo, los hechos narrados están a caballo entre la realidad, la leyenda y la imaginación del escritor cartagenero, como él mismo manifiesta en una entrevista: “(…) falseo la realidad cuando me conviene como novelista que soy. Pero lo que sí he tomado han sido elementos tanto de la leyenda como de la historia real y los he fundido”. Remarca también que lo realizó “comparando ediciones diversas y opiniones de historiadores, consultando fuentes cristianas tanto como musulmanas […] construí mi propio Rodrigo Díaz de Vivar: mi idea del Cid, adobada también con una parte de experiencia vital [como reportero de guerra en zonas de frontera] para mí importante (…)”.

En cuanto a los elementos puramente históricos que se van sucediendo en Sidi, hay que referirse, en primer lugar, a la figura del protagonista. Lógicamente, el retrato que se hace de él es aquel que mejor encaja con las necesidades narrativas del autor, sobre todo a nivel de carácter y valores, así como el proceso que permitió que se convirtiera en una leyenda aun en vida. En ese sentido, quizás sea de especial relevancia la propia popularización del sobrenombre de “Sidi” o “Cid”, traducido como “señor” en árabe, que denota el respeto -e incluso sumisión- que hasta sus enemigos musulmanes le profesaban.

portada sidi
Imagen extraída de: casadellibro.com

Otro elemento clave lo constituyen los intermitentes conflictos bélicos que se iban sucediendo en la zona fronteriza entre los reinos cristianos -Castilla, León, Navarra, Aragón o el condado de Barcelona- y las taifas musulmanas -destacando las de Zaragoza y Lérida-, en donde las alianzas eran cambiantes y las guerras un estado de cosas habitual. Así, las algaras o expediciones rápidas tras las líneas enemigas eran muy frecuentes, novelando la primera parte del libro una de ellas, encargada a Ruy Díaz y sus hombres. Gracias a ella, Pérez-Reverte nos presenta el arriesgado proceso de repoblación en el que se embarcaron los reinos cristianos al ir avanzando sus dominios hacia el Sur, por el que algunas familias de colonos -así como órdenes religiosas- se iban instalando en zonas despobladas, como el valle del Duero. Este asentamiento de población en esa tierra de nadie resultó, a la postre, capital para el afianzamiento del poder de los reinos cristianos, si bien generó no pocas fricciones, e incluso el asesinato de muchos de sus protagonistas por las algaras enemigas.

También se trata de reflejar en este libro la guerra según se concebía en la Plena Edad Media, abarcando bastantes páginas la descripción de sucesivas campañas, y entrando en detalle en la batalla de Almenar, en la que Ruy Díaz logró una sorprendente victoria para la taifa de Zaragoza y su rey Mutamán frente a sus enemigos de Lérida, Navarra y Barcelona, incluso haciendo prisionero al conde Berenger Remont II -o Berenguer Ramón II-.

La religiosidad, elemento central de las mentalidades de la época, también hace su presencia constante, y no solo la católica, sino que también se muestran fielmente diversos aspectos de la islámica. Asimismo, se hace referencia a numerosas figuras históricas y a grupos como los almorávides, que en aquellos años comenzaban a hacer sus primeras apariciones por al-Andalus, llamados por distintos reyes o «muluk al-tawaif» musulmanes.

Sin embargo, la gran mayoría de los aspectos tratados en Sidi están más basados en la leyenda y el Cantar de Mio Cid que en la Historia como tal. Así, se hace referencia a la Jura de Santa Gadea -que aunque aparece en el Cantar, no es verídica-, al puesto de Minaya Alvar Fáñez como lugarteniente de Ruy Díaz -cuando esta figura histórica, de vital importancia durante aquellos años, posiblemente no fue parte activa en las actividades del Cid, pese al destacando papel como segundo al mando que le asigna el Cantar-, el préstamo que le realizaron los judíos de Zaragoza sin garantía, gracias a un engaño, etc. El retrato del resto de personajes también se adapta a las necesidades narrativas, si bien algunas de sus características tienen su peso, como la vertiente intelectual de Mutamán de Zaragoza. Como elementos ficticios podemos nombrar, por ejemplo, la adquisición por parte de Ruy Díaz de la Tizona -una de sus famosas espadas-, que no encaja con la tradición ni con la explicaciones más creíbles a nivel histórico-

En cualquier caso, si hay una constante en el desarrollo de las poco más de 300 páginas de Sidi es la ya referida conflictividad de una frontera en guerra casi constante, en la que hombres habituados a matar y morir luchaban por sobrevivir, en unas ocasiones bajo los estandartes de sus reyes, en otras bajo los de otros soberanos que optasen por contratarlos como mercenarios.

Así, esta novela nos permite acercarnos a un momento muy complejo de nuestro pasado, y revisitar uno de los mitos más importantes de la Historia de España, el del Cid Campeador, aunque Pérez-Reverte aleja su retrato de aquel tan laudatorio que se dibujó durante siglos, pero también de aquel que lo presentaba solo como un mercenario inmisericorde más. Y todo ello, en un libro de lectura muy ágil, que constituye un ejemplo más de lo bien que casan Historia y literatura.


[Imagen de portada extraída de: zendalibros]

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