Esta entrada contiene spoilers relativos a la serie The New Pope. Si todavía no has visto la serie, quizás sea mejor que no sigas leyendo.
En la segunda entrega de The Young Pope, retitulada como The New Pope, se vive el proceso de cambio que se produce entre la muerte del pontífice y su sustitución por su sucesor, conocido como periodo de sede vacante. La coproducción de Sky Atlantic, HBO y Canal+ incide sobre todo en la confabulación entre los diversos cardenales de más poder para asegurarse de que el próximo Papa sea afín a sus intereses políticos.
Sin embargo, es interesante analizar el rito privado que llevan a cabo para confirmar que, efectivamente, el Papa está muerto. Para ello, el camarlengo –jefe de la Iglesia católica durante este proceso de vacío de poder- se arrodilla frente al cadáver para dedicarle un rezo, tras lo cual desvela su rostro –previamente tapado con un trozo de tela. En la serie se saltan este paso inicial, retirando la tela nada más llegar a su vera. Aparece, eso sí, un reclinatorio en el mismo lado en el que se encuentra, entendiendo que quizá se saltasen este rezo por exigencias de guion. Otros elementos que rodean el lecho son cuatro cirios a los pies del difunto, que en la serie reducen a solo dos, y un cuenco de agua bendita con el hisopo (objeto pequeño con forma de bastón que sirve para bendecir).

iguiendo con el rito, se procede al llamamiento del pontífice muerto, pronunciando su nombre de pila hasta en tres ocasiones, todas ellas acompañadas de un golpe suave en la frente con un martillo de plata. Si no responde, se proclama la frase “vere Papa mortuus est”, asegurando así que es verdad su fallecimiento. Lamentablemente, aquí finaliza el metraje en la ficción, sin llegar a destruir el anillo del Pescador y el sello de plomo, como marca la tradición, para evitar que se pudiese utilizar en futuras falsificaciones de documentos, aunque sí vemos cómo el difunto lleva el anillo puesto.
Con todo, es importante mencionar que este proceso cayó en desuso en 1878 tras el fallecimiento de Pío IX, siendo finalmente abolido por Juan XXIII a comienzos de la segunda mitad del s. XX, por lo que es inverosímil que pudiese ocurrir en el tiempo cronológico en el que se sitúa la serie, ubicado en un hipotético presente o futuro muy cercano. Otro fallo lo encontramos en la ausencia de la Guardia Suiza, quien debe acompañar al camarlengo desde que entra en la sala, acentuando de este modo su posición como cabeza de la Iglesia católica. Así, vemos que una vez más las licencias de guion suelen tener más fuerza que la veracidad de los hechos en los que se basa.
[Imagen de portada extraída de IMDb]