La violencia es una constante en buena parte del planeta. Y no solo está presente en conflictos armados o en momentos muy concretos como revueltas políticas o manifestaciones. En muchos lugares es una dinámica habitual en el día a día, y lo es en todos los ámbitos de la sociedad. Las calles -sobre todo las de los barrios más desfavorecidos-, las instituciones, los medios… todo puede verse invadido por la violencia. Este ambiente, aunque con grandes diferencias en cada caso concreto, está relativamente generalizado en los países iberoamericanos, siendo Brasil uno de los que con mayor frecuencia salta a la palestra internacional. Posiblemente, el mundo del audiovisual ha contribuido en buena medida a esta difusión de los aspectos más violentos de las dinámicas sociales brasileñas, puesto que en las últimas décadas han ido apareciendo numerosas películas y series que se centran en ellas: Ciudad de Dios, El mecanismo, Mandrake, Ciudad de los hombres… Son solo algunos de los títulos en los que se reflejan la corrupción, los crímenes y la inseguridad en la mayor potencia económica del subcontinente sudamericano.
A esta vasta colección de títulos se le añadió en 2016 lo que iba a ser una miniserie de cuatro episodios, Crime Time –Hora de perigo en su versión original en portugués-. Su notable éxito incluso fuera de sus fronteras permitió que se prolongara dos temporadas más, aunque en esta reseña nos centraremos solo en los hechos narrados en la primera tanda de capítulos. El argumento puede parecer demasiado exagerado y hasta cierto punto surrealista: Antônio “Tony” Padaratz, un agente de policía desencantado con su vida, comienza a filtrar imágenes e información para la televisión; poco después acaba convirtiéndose en un presentador de éxito en un programa de crímenes reales, que triunfa gracias a que él y sus reporteros siempre son los primeros en llegar al lugar donde está la noticia. Sin embargo, esta rapidez tiene truco: los asesinatos son encargados por él mismo, para así lograr mejores tomas y más audiencia. Cuando se convierte en una de las personalidades más populares del país, inicia una campaña que le llevará a convertirse en Diputado Federal, aupado por un discurso centrado en la lucha contra la inseguridad y el crimen… de los que él era en parte responsable. Sin embargo, aunque el nombre del protagonista y la ciudad en la que reside cambien, el argumento es en realidad muy similar a la historia en la que se inspira, la de Wallace Souza.

La biografía de Souza se refleja bastante bien en líneas generales en la figura de Tony Padaratz, pero hay algunas diferencias: quizás la más evidente sea la propia localización de la historia, puesto que el personaje real era de Manaos, la ciudad más importante del Amazonas brasileño, mientras que Crime Time se ambienta en São Paulo, una de las principales urbes del país. El programa de televisión que presentaba no era el Hora de perigo de la ficción, sino Programa Livre, y el cargo político que alcanzó Souza era el de miembro de la Asamblea Legislativa del Estado de Amazonas, mientras que Padaratz alcanzó en la serie el cargo de Diputado Federal -es decir, miembro de la Câmara dos Deputados, equivalente al Congreso de los Diputados en España-. El que sí obtuvo su asiento en Brasilia fue Carlos Souza, hermano de Wallace, que fue director de su programa, y que no aparece en Crime Time, fundiéndose su figura con la de su hermano. Además de todo esto, en la ficción también se toman bastantes licencias referentes a la vida personal del protagonista, como sus problemas conyugales o la grave enfermedad de su hijo, empleada como justificación para su venta de imágenes robadas a la prensa.
Aunque no se llega a especificar en qué momento se produce la acción, parece bastante evidente que se ambienta en la actualidad, apenas unos años después de la vida de Wallace Souza. Este pasó a presentar su programa desde 1996 hasta 2009, cuando las investigaciones policiales acabaron llevándolo a prisión -si bien nunca se le llegó a declarar culpable, pues falleció en 2010-. Hay que señalar que los primeros minutos de metraje se refieren a varias décadas antes, cuando Tony y su inseparable amigo Adriano vivían en una favela paulista, en ese mismo clima de delincuencia e inseguridad que muchos años después aun perviviría.
Las enormes desigualdades sociales existentes en el seno de la sociedad brasileña, que se mantienen pese a los progresos económicos del país, son un telón de fondo constante en Crime Time. Esas marcadas diferencias acaban derivando en una enorme conflictividad, que se ceba especialmente en los barrios más pobres, las conocidísimas favelas, características de todas las ciudades de cierto tamaño. Las carencias de esas zonas, sumada a la ubicua presencia de las drogas, generan un nivel de delincuencia muy elevado, que a su vez favorece el triunfo de discursos políticos centrados en la seguridad ciudadana y en la necesidad de “mano dura”. El ascenso de Padaratz -y de Souza en la historia real- es una buena muestra de ello, pues su retórica se centraba en la incapacidad de los corruptos poderes públicos para enfrentarse a los delincuentes. No es difícil encontrar similitudes con los últimos años, sobre todo con el fulgurante ascenso del actual presidente brasileño Jair Bolsonaro.

También la corrupción tiene su papel en la serie, en consonancia con la realidad política del país, en el que los escándalos se han ido sucediendo durante las últimas décadas -siendo el caso más grave el “Lava Jato”, en el que estaban implicados los expresidentes Lula da Silva y Dilma Rousseff, así como numerosos políticos, empresarios, etc.-. Es cierto que en la ficción Padaratz no llega a entrar en grandes redes corruptas, pero su forma de deshacerse del candidato rival, junto con su forma de buscar influencia política y social va en esa línea. Sin embargo, la muestra más evidente de su falta de escrúpulos no la muestra en su faceta como político, sino en su organización de asesinatos para conseguir mayor audiencia y notoriedad.
Así, aunque Crime Time u Hora de perigo no encaja en lo que habitualmente consideramos como una serie de temática histórica, sí muestra -aunque muy novelado- un hecho que, sin dejar de ser muy particular, ayuda a entender mejor un país tan complejo como lo es Brasil. La desigualdad, la violencia y la corrupción, siempre interrelacionadas, se aúnan en la figura de Tony Paradatz / Wallace Souza en una producción de cierto éxito a nivel internacional. Esto constituye un buena muestra del interés que tiene el audiovisual para acercarnos a toda una serie de procesos sin los que no se entiende el devenir histórico, y no solo de un lugar concreto, sino de todo el globo. Asimismo, tampoco hay que olvidar el potencial de este tipo de producciones para, una vez pase el tiempo, convertirse en una fuente para que los historiadores del futuro puedan comprender el momento presente, con sus peculiares dinámicas políticas, económica, sociales y de mentalidades.
[Imagen de portada extraída de: imdb.com]