Secretos de los museos

Obras de arte, artefactos procedentes de excavaciones arqueológicas, ropajes antiguos, vehículos históricos o incluso cartelería de guerra son solo algunos de los múltiples y variados objetos que uno puede encontrarse en un museo. Testimonios del pasado y de la evolución sufrida por la sociedad, que normalmente, a través de un discurso museístico específico, intentan guiar al visitante por la historia de un determinado lugar. Los museos e incluso aulas interpretativas se convierten, por lo tanto, en un destino más o menos obligado para todo viajero dispuesto a ahondar en el conocimiento de los enclaves que visita.

Secretos de los museos, serie documental canadiense estrenada en 2013, revierte esta situación, acercando al “visitante” –convertido ahora en espectador- a algunos de los museos más importantes del mundo, a través de una selección de sus fondos. En las tres temporadas emitidas hasta la fecha, han sido objeto de examen lugares como El Louvre, los Museos Vaticanos, el Museo Egipcio del Cairo, el Museo nacional de Antropología de Ciudad de México o el Palacio Real de Madrid, alcanzando un total de 22 localizaciones diferentes, analizando en cada una de ellas seis elementos de especial relevancia. De esta forma, una miríada de obras de arte, objetos derivados de excavaciones arqueológicas y otros de tipología y procedencia muy diversa son presentados, contando al espectador su historia y los azares que llevaron a su creación o incluso adquisición por parte del museo.

Cabe subrayar que, probablemente en pos del espectáculo, algunos de los análisis históricos desarrollados sobre los objetos se detienen en exceso en detalles escabrosos relacionados con los mismos o que algunos de los datos históricos presentados –como anécdotas o acontecimientos muy específicos- ocasionalmente pueden fluctuar entre el mito y la realidad. A pesar de ello, Secretos de los museos se presenta como una forma diferente de conocer la historia, puesto que se analizan objetos o elementos de épocas históricas muy diversas, contando habitualmente con la colaboración de conservadores de museos, historiadores y arqueólogos, historiadores del arte y restauradores, entre otros.

Asimismo, la web oficial del programa ofrece al espectador una experiencia más inversiva, al permitir acceder a fichas-resumen de cada uno de los capítulos, que a su vez dan acceso a fichas individualizadas de los objetos analizados. Complementando la información dada por la serie con material extra y ofreciendo al espectador otros recursos en línea para acercarse un poco más a ellos; fomentando además el dialogo y la discusión a través de secciones creadas ex profeso para ello.

Secretos de los museos, sin duda, adolece de las mismas faltas que otras grandes producciones documentales americanas, primando el espectáculo, no tanto sobre la veracidad, sino sobre la franqueza del discurso. A pesar de ello, en líneas generales se configura como un producto bastante correcto, del que destaca, sobre todo, el formato. Los documentales, habitualmente, llevan al espectador al acontecimiento histórico y, ocasionalmente, muestran el objeto resultado del mismo expuesto en un museo. La serie cambia las tornas y cuenta, no solo la historia del museo sino también la del enclave donde este se encuentra, a través de una selección de sus elementos más destacados. Una forma diferente de acercarse a un museo, aunque con la esencia que ese tipo de experiencias poseen, y con la gran ventaja de contar con un apoyo audiovisual notable para conocer, un poco más, los secretos que se esconden tras las puertas de los museos.


[Imagen de portada extraída de: Amazon prime video]

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