La nueva producción de Sky, la miniserie Little Birds, nos hace viajar a un colorido y excéntrico escenario ambientado en la ciudad de Tánger, en Marruecos, en 1955. La obra toma como pilar de referencia las novelas eróticas póstumas de la escritora Anaïs Nin, donde predomina un continuo juego de dominación y sumisión entre los personajes, tanto a nivel sexual como psicológico; de lucha de poderes que entremezclan los deseos carnales con las aspiraciones políticas de sus protagonistas.
De este modo, se nos presentan los últimos coletazos de la Zona Internacional de Tánger a mediados de los años 50. Este protectorado fue controlado inicialmente por España, Francia y Gran Bretaña desde 1923, a los que se unieron poco después Portugal, Bélgica, Suecia, Italia, EE. UU. y Países Bajos. Así, la serie muestra cómo llegó a convertirse en un refugio multicultural, especialmente para europeos y norteamericanos que buscaban un lugar exótico, donde la alta sociedad se regocijaba en excesos de lujo y libertad sexual.

En este entramado, observamos la preocupación del general francés que controlaba la ocupación militar de la región ante el auge del nacionalismo marroquí, fruto de la decisión de Francia en exiliar en 1953 al sultán Mohammed V, quien retornaría un par de años después (momento en el que se ambienta la producción). Su llegada al país acrecentó la fuerte oposición latente entre la población local hacia el estatus de protectorado, acelerando el proceso de independencia de Marruecos que llegaría en 1956.
Este rechazo entre ambas sociedades, local y extranjera, se ve patente en todo momento en Little Birds, afectando también a la red de espionaje existentes en Tánger. Esta aparece especialmente preocupada por el interés de los norteamericanos en vender a Francia el prototipo de una nueva arma de uso militar, los misiles de tierra-aire conocidos como sistemas de defensa aérea portátil (MANPADS por sus siglas en inglés). De hecho, dicha arma se desarrolla en el mismo momento en el que se configura la serie, llegándose a plantear en la ficción como solución para matar al sultán Mohammed V y así continuar con la ocupación militar de la región.
Con todo, la producción en ningún momento pretende convertirse en una serie histórica, sino más bien un drama erótico con una lente vaporosa donde predomina la explosión de color y la perversión humana, situados en un lugar y una época concretos. Esta ambientación no es protagonista en sí misma, pero no deja de ser un escenario interesante y suficientemente cuidado como para llamar la atención del espectador hacia la historia final del colonialismo en Marruecos, así como para explorar la libertad de la que disfrutaba la alta sociedad occidental asentada en Tánger.
[Imagen de portada extraída de la serie]