¿Sabías que…? (44): cine, uros y «cosas nazis»

La II Guerra Mundial es uno de los temas históricos más explotados en el mundo cinematográfico, y la Alemania del III Reich nacionalsocialista es casi siempre ese antagonista perfecto para los diversos protagonistas. Así, infinidad de soldados, políticos o científicos germanos ejercen de crueles villanos, realzando a su vez las virtudes que se le adjudican a sus opuestos, bien sean tropas estadounidenses, judíos destinados a los campos de concentración, miembros de la resistencia en Francia o partisanos yugoslavos. Un ejemplo más de estas dinámicas lo encontramos en el largometraje La casa de la esperanza, estrenado en 2017, y basado a su vez en el libro de Diane Ackerman The Zookeeper’s Wife -en castellano comercializado con el título de La casa de la buena estrella-, publicado diez años antes. Esta novela bebe del diario de Antonina Żabińska, en el que la protagonista narra sus experiencias durante la ocupación alemana en Varsovia, ciudad en donde regentaba el zoológico local, el principal de Polonia.

A lo largo de las dos horas de metraje se van sucediente toda una larga serie de personajes, casi todos estrictamente reales, que dibujan la dura realidad de la ocupación militar desde el inicio hasta casi el fin de la II Guerra Mundial: los bombardeos sobre el territorio polaco, la segregación de la población judía en el famoso “gueto de Varsovia” y la aplicación de las políticas raciales nacionalsocialistas, la lucha armada de la resistencia polaca, etc. Pero, sobre todo, el film se centra en las vida de Antonina Żabińska, esposa de Jan Żabiński, director del zoológico de Varsovia desde su fundación en 1929. Juntos ayudaron a escapar a cerca de 300 hombres, mujeres y niños judíos escondiéndolos en su casa, aprovechando la infraestructura creada para llegar a las jaulas de algunos de los animales del zoo. Todos ellos, con la única excepción de dos mujeres, lograron sobrevivir al conflicto, por lo que la labor de Jan y, sobre todo, de Antonina, resultó decisiva, siendo una de esas historias que muy pronto pasaron a ser valoradas como ejemplares.

Sin embargo, en esta entrada vamos a entrar también en un aspecto que en la película apenas se menciona de un modo tangencial, sin darle demasiado peso en la trama, como es el programa alemán de “resurrección” de la fauna europea extinta y, concretamente, del uro, un bóvido de grandes dimensiones cuyo último ejemplar conocido murió en Polonia en el año 1627. Según se refleja en La casa de la esperanza, el encargado de hacer real esa recreación de los uros era Ludwig “Lutz” Heck, director del zoológico de Berlín y convencido nacionalsocialista, muy cercano a Hermann Göring. Como se puede ver en pantalla, los años anteriores había entablado una cierta amistad con Antonina, a la que conocía de diversas reuniones de directores de zoológicos europeos, aunque no hay prueba alguna de que realmente estuviera enamorado de ella, como se refleja en el film.

Imagen extraída de: ramblingfilm.blogspot.com

La figura de Lutz Heck se perfila precisamente en torno a su relación con la protagonista, quedando el resto de su personalidad un tanto desdibujada. Aunque se le refiere como “el zoólogo de Hitler”, en realidad este calificativo estaría compartido con su hermano Heinz, que no aparece en la película. Tras los estragos generados por la bombas alemanas, Heck les ofrece a los Żabiński llevarse a los animales más valiosos, en forma de préstamo, a los más prestigiosos zoos alemanes, lo que acaba logrando tanto en la realidad como en la ficción, si bien ello acabó significando la ejecución de los demás. También impone la decisión de emplear ese recinto para albergar un buen número de bisontes, que pretendía cruzar con otras especies de bovinos para recuperar a los desaparecidos uros, bóvidos mucho más grandes y agresivos que los actuales, y con una cornamenta de enormes dimensiones. Esto se inscribiría en la obsesión nacionalsocialista por la pureza racial, extensible al mundo animal, que en este caso se traducía en la idea de la reintroducción en Europa de esas especies extintas. En La casa de la esperanza no se llega a explicar el proceso, esencialmente basado en cruces de especímenes cuyo fenotipo podía ser más similar al de los uros, tratando de que los genes “ocultos” por el paso del tiempo volvieran a salir a la luz. El mismo intento efectuaron los hermanos Heck -aunque no se refleje en el largometraje- con los tarpanes, un tipo de caballo que sufrió el mismo destino que el uro.

Este curioso plan de “resurrección” de paleofauna es un aspecto relativamente desconocido del III Reich alemán pero, a diferencia de muchos otros iniciados en época hitleriana, no se dio inmediatamente por finalizado tras la guerra, sino que -sin apoyo oficial del nuevo régimen- se prolongó en el tiempo, en un proceso de cruces selectivos que llega hasta la actualidad. Sin embargo se considera que esta nueva raza de bóvido no es realmente un uro, sino una nueva subespecie que se ha bautizado como “bovino de Heck”, en homenaje a sus creadores. Esto es una muy buena muestra de las enormes implicaciones que los cambios ideológicos pueden llegar a implicar en todos los ámbitos de la vida, e incluso en disciplinas científicas como la zoología. Y, de nuevo, la ventana por la que podemos observar estas curiosidades históricas -aunque sea de manera muy tangencial- es, de nuevo, el mundo audiovisual.


[Imagen de portada extraída de: dailymail.co.uk]

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