Para la mayoría de los aficionados al heavy metal no resultará sorprendente la asociación entre System of a Down y las vicisitudes históricas de los armenios. De hecho, de la diáspora de este pueblo caucásico proceden los cuatro componente del grupo, aun siendo todos ellos de nacionalidad estadounidense. El propio cantante, Serj Tankian, ha manifestado en diversas ocasiones que uno de los objetivos de la banda era el de divulgar la memoria del considerado como primer genocidio del siglo XX, no reconocido como tal por aquellos que lo cometieron, los turcos. Este tema no era el principal en sus letras, abundando más otro tipo de denuncia social y política, pero en varios álbumes tuvo cierta presencia.
Pues bien, quince años después de la publicación de su último material, este mes de noviembre de 2020 System of a Down ha sorprendido lanzando dos nuevos temas, con el objetivo principal de hacer una labor propagandística y recaudar fondos en favor de Armenia en el conflicto que estaba manteniendo contra Azerbaiyán por el control de la autoproclamada República de Artsaj, en la región de Nagorno-Karabaj. En realidad, pese a que el recrudecimiento de las hostilidades desembocó en una nueva guerra abierta, este conflicto no es nuevo, sino que hunde sus raíces en una guerra anterior, librada entre 1988 y 1994, e incluso en décadas anteriores, cuando las fricciones y disputas entre armenios y azeríes por el control de diversas zonas fronterizas comenzaban a ser constantes.
Pero antes de que se iniciara la breve guerra de 2020, System of a Down ya había publicado un par de canciones en las que expresaban su rabia por las atrocidades cometidas por Turquía contra el pueblo armenio entre los años 1915 y 1920, durante la I Guerra Mundial y en su inmediata posguerra, es decir, en los años finales del Imperio Otomano y en los primeros de la moderna república turca de Mustafá Kemal “Ataturk”. En P.L.U.C.K. (Politically Lying, Unholy, Cowardly Killers), parte de su album debut de 1998, no solo critican los múltiples asesinatos, sino que reivindican que esas atrocidades obedecían a un plan premeditado por parte de las autoridades turcas para erradicar a todo el pueblo armenio de su territorio y, por tanto, era un genocidio. La importancia de esta palabra no es casual, sino que es una crítica a las negativas de Turquía a reconocerlo como tal, escudándose en que fueron actos puntuales. Hay versos especialmente claros al respecto: A whole race Genocide / taken away all of our pride (El Genocidio de toda una raza / se llevó todo nuestro orgullo); The plan was mastered and called Genocide, / Took all the children and then we died, / The few that remained were never found (“El plan fue ordenado y llamado Genocidio, / se llevaron a todos los niños y entonces morimos, / los pocos que quedaron jamás fueron encontrados”). En el mismo sentido va Holy Mountains, tema cuyo título hace referencia a la zona montañosa conquistada por los turcos, en la que se encuentra uno de los puntos con mayor carga simbólica para los armenios, el monte Ararat. En él, tras una larga lista de improperios contra -de nuevo- los turcos, se le dice en varias ocasiones al individuo que personaliza a estos que “vuelta al río Aras” (Back to the river Aras), que haría de frontera natural entre Armenia y Turquía tras la I Guerra Mundial. Aunque no se especifica qué persona sería la diana del rencor del grupo, se puede suponer que es Talat Paşa o Talat Bajá -responsable directo de las deportaciones y asesinatos masivos desde su cargo de ministro del Interior-, o tal vez incluso el propio Ataturk, consentidor de facto de aquellos hechos.
Pero más que por los datos históricos proporcionados por estas canciones -que son escasos-, quizás lo que más cabe destacar es el propio tono en el que están escritas, muy beligerante, belicista y cargado de odio hacia el enemigo turco -lo que no deja de resultar curioso en un grupo que en muchos temas critica la guerra-. Posiblemente, los propios lazos familiares de System of a Down con las víctimas tiene una influencia decisiva, pero aun así es digno de mención por la exagerada dicotomía entre bien y mal que se refleja, digna más de tiempos de guerra abierta que de una reflexión sobre un pasado de varias décadas atrás. En Holy Mountains se dice de su enemigo que es “mentiroso, asesino, demonio” (Liar, killer, demon), y que “hemos aprendido que no tienes honor, asesino, sodomita” (We have learned that you have no honor, murderer, sodomizer). En P.L.U.C.K. no tenemos una larga ristra de insultos, pero además de recalcar la necesidad de reconocimiento de los crímenes y de su compensación –Recognition, restoration, reparation (“reconocimiento, restauración, reparación”), o We’ve taken all your shit, now it’s time for restitution (“Hemos aguantado toda vuestra mierda, ahora es hora de restituirlo”)-, se afirma la necesidad de respuesta armada frente al enemigo turco: Revolution, the only solution, / the armed response of an entire nation (“Revolución, la única solución, / la respuesta armada de toda una nación”).

El mismo tono, más acentuado si cabe, podemos apreciarlo en los dos nuevos temas, Defend the Land y Genocidal Humanoidz. Seguramente, esto no es ajeno a su concepción como parte de la lucha propagandística en favor de la República de Artsaj, región oficialmente parte de Azerbaiyán, pero de amplia mayoría armenia, por lo que está totalmente vinculada al gobierno de Ereván desde 1994, cuando logró una independencia no reconocida del Estado azerí. De hecho, y de un modo quizás nada sorprendente, éste es aliado de la Turquía de Erdogan, principal proveedora de armas para esta nueva guerra, iniciada por el gobierno de Azerbaiyán. En la Genocidal Humanoidz de System of a Down hay una constante asimilación de los azeríes con el mal absoluto, al “demonio” (the devil) y se les deshumaniza al tratarlos de “humanoides genocidas”. En la misma línea van varios versos como Teaching warfare to their children / the bastards that will be destroyed (“Enseñándole [el arte de] la guerra a sus hijos, / los bastardos que serán destruídos”) o Terrorists we’re fighting and we never gonna stop / The prostitutes who prosecute have failed us from the start (“Luchamos contra terroristas y jamás vamos a parar. / Las prostitutas que enjuician nos han fallado desde el principio”). En Protect the Land el tono es más patriótico, insuflando orgullo nacional armenio y animando a defender el territorio de la invasión azerí por las armas, aunque tampoco se escatima a la hora de dar una visión negativa del enemigo: scavangers and invaders (“carroñeros e invasores”) o If they’re evil now, then evil they will stay (“si ellos son malvados ahora, entonces malvados seguirán siendo”). También hay alguna referencia a los masivos desplazamientos de población derivados de la anterior guerra -que en esta se repetirán aun más, tras la clara victoria de Azerbaiyán, que pese a haber negociado la rendición armenia, ha asentado su dominio sobre buena parte del Nagorno-Karabaj, incluída su capital histórica, Shusha-: Some were forced to foreing land, / some would lay dead on the sand (“Algunos fueron forzados [a marcharse] a tierras extranjeras, / algunos podrán yacer muertos en la arena”).
Así, la discografía de System of a Down, tanto la más antigua como la más reciente, sirve no solo para hacernos una idea de algunas de las vicisitudes históricas de Armenia, sino también para recordar una vez más que los sesgos de los autores de cualquier contenido audiovisual tienen una influencia decisiva en cómo presentan los hechos, y por lo tanto pueden deformarlos en gran medida, incluso cuando lo que se cuenta sea esencialmente cierto. También comprobamos que las rencillas y rencores históricos son, de nuevo, muy difíciles de superar, y acaban moldeando el presente y el modo en el que lo percibimos. Y, por supuesto, que todo el mundo del audiovisual en general, y la música en particular, es un instrumento excepcional de propaganda, en la que la diáspora armenia ha estado especialmente activa, sobre todo para recabar apoyos ante un conflicto que tenían pocos visos de ganar, y que apenas lograba apoyos firmes en una comunidad internacional preocupada de que el conflicto no pasara a una escala mayor. También Azerbaiyán ha empleado en estos mismos días el heavy metal como arma propagandística, publicando el tema Atəş (Ates), de Nerim Kerimbeyova, Ceyhun Zeylanov y los Nur Grupu. Sin embargo, su limitado éxito nada ha tenido que ver con el revuelo generado por unos System of a Down que llevaban ya tres lustros sin ofrecer nuevo material a sus fans. Aunque, eso sí, en la guerra ha pesado mucho más el armamento azerí que la música armenia.
[Imagen de portada extraída de: pov21.com]