Es inevitable. Empieza a sonar una canción que retrotrae a agradables momentos del pasado, o a lugares que un día fueron especiales, y hace su aparición, de manera arrolladora, la nostalgia. Pocas personas hay que no hayan sentido algo así, transportados instantáneamente por una serie de acordes o por unas letras concretas. Y aunque es algo común, quizás el colectivo que más a menudo puede experimentar este tipo de sensación sea el de aquellos que han tenido que dejar su tierra natal y emigrar en busca de nuevas oportunidades económicas. Ejemplos de ellos hay infinidad, pero hoy nos centraremos en las masas de españoles que decidieron marcharse hacia otros países de Europa occidental (sobre todo Alemania, Suiza, Francia, Bélgica…) en los años del desarrollismo franquista, sobre todo en la década de 1960.
Durante aquellos años, en las décadas centrales del siglo XX, infinidad de músicos trataron el tema de la emigración, algunos desde la propia España, otros incluso partiendo de su propia experiencia desde sus lugares de destino. No era algo nuevo, puesto que el fenómeno migratorio ha sido una constante en la historia española, pero la difusión a gran escala de la música en ese tiempo hizo que algunas composiciones que lo trataban pasaran a ser unas de las más populares. Y esto, como no podía ser de otro modo, fue también convenientemente empleado desde el poder político, que supo adecuar esta realidad con un relato que encajaba a la perfección con sus ideales.
Aunque podría hacerse una análisis muy amplio, en esta ocasión vamos a emplear como ejemplo una de las canciones más conocidas de cuantas se emplearon para mostrar el sufrimiento de aquellos que debían dejar España, El emigrante, de Juanito Valderrama. Aunque -caprichos que tiene la Historia de vez en cuando- en realidad no fue compuesta con este fin, sino con el de homenajear a republicanos exiliados tras la Guerra Civil, lo que a priori la haría sensible a censura por parte de las autoridades de la época. A ese respecto, el propio Valderrama señalaba que “con El emigrante yo fui el primer cantautor que hubo en España. El primero que llegó al gran público con una letra que había escrito él mismo y donde se recogían los sentimientos, las alegrías y las penas de todo un pueblo. Cómo será la fama de El emigrante, que de esa canción hasta Franco me pidió un bis”, al ser uno de los temas preferidos del entonces Jefe del Estado, puesto que lo consideraba muy patriótico. De hecho, Juanito Valderrama era un invitado habitual en la conmemoración anual del 18 de julio -fecha del conocido como Alzamiento Nacional, en la que la sublevación militar que dio inicio a la Guerra Civil española se extendió por la mayor parte del país-.

Ya por la propia fecha de lanzamiento de esta composición (1949) se puede deducir que difícilmente podía referirse a las oleadas de jóvenes que se marcharon en masa a otras zonas de Europa entre finales de los cincuenta e inicios de los setenta. Sin embargo, acabó por convertirse en una de las canciones que mejor reflejaron ese fenómeno, poniéndole voz. El dolor por la marcha del hogar en una constante en la letra, especialmente en el estribillo (Adiós mi España querida, / dentro de mi alma / te llevo metida. / Aunque soy un emigrante, / jamás en la vida / yo podré olvidarte), pero también en muchos otros versos (Yo soy un pobre emigrante / y traigo a esta tierra extraña / en mi pecho un estandarte / con la alegría de España. // Llevaba por compañera / (…) un recuerdo y una pena). También se muestra la mentalidad mayoritariamente religiosa y conservadora de la población, incluso aun cuando el tema fue compuesto pensando en un sector menos clerical: Tengo que hacerme un rosario / con tus dientes de marfil, / para que pueda besarlo / cuando esté lejos de ti. / Sobre sus cuentas divinas, / hechas con nardo y jazmín, / rezaré pa’ que me ampare / aquella que está en San Gil [referencia a la Virgen del Carmen de San Gil] // Llevaba por compañera / a mi Virgen de San Gil, (…) / y un rosario de marfil. De hecho, este cariz abiertamente católico y de nostalgia por una patria que queda atrás es lo que propició que esta copla de Juanito Valderrama pasara a convertirse en imprescindible para el régimen. Si bien la marcha de tantos jóvenes hacia el exterior era favorecida por las autoridades por medio del Instituto Español de Emigración, con el objetivo de incrementar las reservas de divisas extranjeras -gracias a su envío de remesas de dinero-, reducir gastos y evitar un aumento del desempleo y la conflictividad, siempre se trataba de evitar presentar a los países de destino como un lugar mejor. En la música se hacía referencia a que eran una tierra extraña para los que llegaban, por lo que el anhelo de regresar estaría constantemente presente, señal de que, pese a haber dificultades, el mejor país en el que vivir era España… con su régimen incluido. En El emigrante esto se ve meridianamente claro, y lo mismo sucedía con tantas y tantas composiciones, entre las que podríamos destacar a la que quizás sea la más conocida, Y viva España, compuesta originalmente en Bélgica, pero popularizada en su versión castellana por Manolo Escobar.
Precisamente el surgimiento de ese Y viva España sería también un buen reflejo de lo que sucedía en los lugares de destino, donde los emigrantes creaban espacios de socialización comunes, en los que las temáticas tratadas en El emigrante estaban siempre presentes, lo que se tradujo en la aparición de numerosos cantantes y grupos. Según algún investigador, esto llegó incluso hasta la creación de un estilo propio de estas comunidades en torno a Bruselas, la “rumba hispanobelga”, siempre apegada a la nostalgia por una tierra a la que muchos acabarían regresando con el paso de los años. De hecho, ese indisimulado afán de retorno fue especialmente bien explotado por el régimen de Franco. Por supuesto, toda esta propaganda no solo se aprecia en la música de la época, sino que el resto del audiovisual siguió la misma línea, siendo quizás el cine el ámbito más destacado, gracias a largometrajes como Vente a Alemania, Pepe (1971), en donde de nuevo se glorifica lo propio frente a unos extranjeros que se aprovechan de los españoles que iban allí con la voluntad de trabajar.
Así, vemos de nuevo cómo las artes en general, y la música en particular, son el vehículo ideal para transmitir sentimientos, pero también propaganda política, a veces íntimamente ligados. En este caso lo vemos ejemplificado en la España acaudillada por Franco, y la nostalgia por la tierra natal cuando uno se encuentra lejos de ella, pero es válido para cualquier tipo de sistema, y más si cabe en temas tan recurrentes en la historia de la humanidad.
Enlace a la canción de El Emigrante
[Imagen de portada extraída de: heraldo.es]