Entramos en el mes de junio y, con él, en el mes oficial del Orgullo LGBTI+. En la última década, nos hemos encontrado con numerosas obras de ficción que nos trasladan al pasado para rescatar a importantes figuras del colectivo, silenciadas por la Historia, pero que resurgen con fuerza en la actualidad para servir de representación. Ejemplos de ello –con mayor o menor acierto– son La chica danesa, Elisa y Marcela o Tom of Finland.
En esta ocasión tenemos que sumar el nombre de un nuevo film: El Baile de los 41, producida por Pablo Cruz y que puede verse en la plataforma digital Netflix. De la mano de su protagonista, Alfonso Herrera, rescatamos la figura de Ignacio de la Torre y Mier, importante figura política que fue nombrado en 1892 diputado en la XVI Legislatura del Congreso de la Unión de México y que llegó a postularse como gobernador del Estado de México. Fue, además, el yerno del presidente Porfirio Díaz, conocido por haber ostentado el cargo durante 35 años, etapa a la que se conoce en Historia como “Porfiriato”. En cuanto a su papel político, en la ficción se representa con acierto su candidatura a gobernador, mostrándose contrario a José Vicente Villada, quien ocupaba el cargo en el momento y quien fue reelegido tras no conseguir Ignacio de la Torre y Mier suficientes apoyos [1].

Esto se debió, principalmente, a la mala imagen que tenía en la opinión pública, así como la desconfianza que generaba en su entorno más cercano, especialmente por sus problemas maritales y los rumores de su posible homosexualidad. En cuanto al primer factor, también se representa con fidelidad la relación que mantiene con su esposa Amada Díaz, durmiendo en áreas diferentes de la casa y mostrándose distantes en actos públicos. Además, se hace bastante hincapié en la película en el conflicto social que generaba el hecho de que no tuviesen hijos, algo que tampoco llegaría a ocurrir en la realidad, ni siquiera en los años posteriores, lo que generaría problemas con su suegro. Del mismo modo, se representa la decisión de ponerle un escolta a Ignacio para vigilar sus actividades extramaritales [2].
El segundo factor es el que se convierte en el protagonista de la producción. Todo gira en torno al final de la misma, a modo de crónica de una muerte anunciada, sentando los acontecimientos previos a la redada policial del 17 de noviembre de 1901, gran culmen de la obra y que le da precisamente nombre: El baile de los cuarenta y uno. Dicha redada descubrió que se trataba de una reunión de 41 varones, donde 21 de ellos se encontraban con atuendos de mujer, destapándose así el mayor escándalo de la época relacionado con la homosexualidad y el travestismo, que dejó una profunda huella social en el país que todavía hoy se deja ver, relacionando el número 41 con la lucha de la libertad LGBTI+ en México. Curiosamente, el 4 de diciembre de ese mismo 1901 hubo otra redada similar en una fiesta lésbica en Santa María, aunque apenas tuvo calado en la prensa del momento [3].
Con todo, a pesar de la magnitud del alboroto, la identidad de los detenidos se mantuvo siempre oculta, sabiéndose no obstante que incluía a importantes miembros de la alta sociedad. Sin embargo, una reciente investigación llevada a cabo por Juan Carlos Harris desveló que siete de ellos consiguieron un amparo para escapar del castigo de la ley gracias al poder de sus familias, conociéndose así sus nombres: Pascual Barrón, Felipe Martínez, Joaquín Moreno, Alejandro Pérez, Saúl Revilla, Juan B. Sandoval y Jesús Solórzano [4]. En cuanto a Ignacio de la Torre y Mier, este fue borrado de la lista de detenidos debido a su cercanía al presidente Porfirio [5], aunque su implicación en los hechos se mantuvo siempre como un secreto a voces, siendo así realmente 42 las personas implicadas [6]. Los 22 que se capturaron con esmoquin fueron incorporados a la fuerza al Batallón 24 del Ejército Nacional, donde se les pierde la pista. En cambio, los que se capturaron travestidos fueron exiliados al Valle Nacional del Yucatán, donde tuvieron que realizar trabajos forzados y combatir en el conflicto bélico de la Guerra de Castas. Previo al destino final que se les impuso, fueron obligados a barrer las calles con las ropas con las que fueron hallados, para escarnio de la población allí presente, tal como se muestra en la ficción. Todo ello desde una clara ilegalidad, ya que la homosexualidad no estaba prohibida jurídicamente en México y la misma redada carecía de justificación delictiva [6].

Cabe destacar que la película contó con el asesoramiento histórico del Dr. Luis de Pablo Hammeken, aunque los guionistas se permitieron ciertas licencias a la hora de crear la ficción, al no tratarse de un documental, tal como ha indicado el director David Pablos en una entrevista a la revista Proceso. Explica, por ejemplo, que “en cierto momento un personaje canta La flauta mágica, de Mozart, del aria de “La Reina de la Noche”, y como De Pablo realizó su tesis sobre la ópera de México en el siglo XIX, nos dijo que La flauta mágica llegó a México en 1950, pero no nos importó, ahí sí fue una libertad creativa”. Sin embargo, en la misma entrevista también asegura que “Hubo una serie de decisiones que tenían que ver más con el tipo de película que yo quería, pero sí hubo bastante rigor con el lenguaje, los peinados, el vestuario y el arte” [7]. A mayores, cabe destacar también la participación de otros dos historiadores de renombre: el Dr. Carlos Tello Díaz –aclamado historiador y escritor que es, además, tataranieto de Porfirio Díaz– y Ricardo Orozco –fundador y presidente del Centro de Estudios Históricos del Porfiriato, además de editor de la revista Nuestra Historia y autor de numerosos libros.
Como siempre, las obras de ficción hay que verlas como tales. De hecho, el personaje Evaristo Rivas, amante de Ignacio en la película, no existió en la realidad. A pesar de ello, si somos capaces de educarnos investigando al respecto de los que se nos cuenta, estas producciones suelen terminar siendo un gran apoyo para ayudarnos a construir una realidad más nítida de lo que pudo haber acontecido en aquel momento y aquel lugar. El Baile de los 41 es un ejemplo más de ello, sirviendo así su propósito de rescatar y realzar un hito muy conocido en la Historia LGBTI+ mexicana.
[1] Villagómez Arriaga, C. (2006). La disputa por la gubernatura en el Estado de México en 1892, entre José Vicente Villada e Ignacio de la Torre y Mier. Historia y Grafía, (27), 15-46. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=58922905002
[2] La Loca de Doña Juana (21 de febrero de 2010). Ignacio de la Torre y Mier: El 42. En Internet Archive. https://web.archive.org/web/20100221070711/http://www.enkidumagazine.com/art/2005/050905/E_047_050905.htm#_ftn6
[3] Murray, S. O. (2004). Mexico. GLBTQ Archives. http://www.glbtqarchive.com/ssh/mexico_S.pdf
[4] Franco, R. (2019). “Todos/as somos 41”: The Dance of the Forty-One from Homosexual Reappropriation to Transgender Representation in Mexico, 1945–2001. Journal of the History of Sexuality, 28(1), 66-95. https://www.muse.jhu.edu/article/716126
[5] Schuessler, M. (2005). «Vestidas, Locas, Mayates» and «Machos»: History and Homosexuality in Mexican Cinema. Chasqui, (34), 132-144. https://doi.org/10.2307/29742050
[6] Bazant, M. (2005). Crónica de un baile clandestine. El Colegio Mexiquense; Documentos de Investigación (97). http://polux.cmq.edu.mx/libreria/index.php?option=com_docman&view=download&alias=231-di0970351&category_slug=docum-investigacion&Itemid=189&accept_license=1
[7] Vértiz de La Fuente, C. (28 de noviembre de 2020). “El baile de los 41”, sobre el yerno de Porfirio Díaz. Revista Proceso. https://www.proceso.com.mx/reportajes/2020/11/28/el-baile-de-los-41-sobre-el-yerno-de-porfirio-diaz-253575.html
[Imagen de portada extraída de Índice Político]