Allá por 1986 el grupo de hip hop neoyoquino Stetsasonic lanzaba On fire, su primer disco, cuyo último tema se denominaba A.F.R.I.C.A. Esta canción de nombre tan geográfico fue un reflejo más de la utilidad de la música como vehículo de expresión de ideas, algo muy útil para los historiadores a la hora de emplearla como fuente para entender toda una época. En este caso, este grupo de afroamericanos daba su versión del proceso de descolonización del continente africano, por aquel entonces todavía inacabado, aunque siempre desde su particular punto de vista, el de aquellos que se sentían comprometidos, aunque lo apoyaban desde la distancia, en un contexto político, social y económico muy diferente.
El primer detalle significativo, de todos modos, no lo encontramos en la letra de la composición, sino en las colaboraciones a la hora de realizarla. Una es la del percusionista nigeriano Babatunde Olatunji y la otra, más relevante para lo que aquí tratamos, es la del reverendo Jesse Jackson. Este es una figura muy destacada en el movimiento en favor de los derechos civiles de los afroamericanos en los EE.UU. y defensor de los movimientos independentistas africanos -cabe señalar que llegó a ser el tercer y segundo candidato más votado en las primarias del Partido Demócrata en los años 1984 y 1988-. Suyo es el discurso del que se incluye un fragmento al inicio de A.F.R.I.C.A., apareciendo también las imágenes del mismo en el videoclip. La misma línea se seguirá inmediatamente después, pues se intercalarán en este último numerosas escenas reales de manifestaciones, primeros planos de líderes políticos y desfiles militares, aunque también de imágenes más costumbristas del África subsahariana, reflejando sus bailes, vestimentas, motivos tradicionales, etc. Así, los apenas cuatro minutos y medio del vídeo musical son en sí una interesante fuente histórica, haciendo una rápida recopilación de momentos estelares del proceso de descolonización y sus variables políticas y sociales. Eso sí, muy centrado en los países del sur del continente, obviando a los de la zona mediterránea y sahariana. Quizás esto pueda explicarse por las referencias a un panafricanismo centrado en la población negra, heredero en cierta medida del pensamiento de ideólogos como el jamaicano Marcus Garvey, diseñador de la bandera que aglutina a estos movimientos, y a dos de cuyos colores característicos -el verde y el negro, además del rojo- se hace referencia en la canción –from the homeland, the green and the black, o “desde la patria, el verde y el negro”-. Acorde con este panafricanismo sería el llamar motherland -patria o tierra natal- a África, pese a que los compositores son todos ellos estadounidenses.
Además de deletrear el nombre del continente que atrae su atención, Stetsasonic menciona varios países, como son Angola, Zimbabwe, Tanzania, Zambia, Mozambique y Botswana, además del populoso barrio de Soweto -ubicado en la sudafricana Johannesburgo, y epicentro de la lucha de la población negra contra el apartheid-. Después van desfilando distintas figuras vinculadas al proceso de descolonización y consolidación de los nuevos Estados. La primera de ellas será la del entonces presidente de Angola, José Eduardo dos Santos, que tras liderar la guerra frente a los portugueses y alzarse con el poder como líder del marxista MPLA se enfrentó en una guerra civil a los miembros del UNITA liderados por Savimbi. Estos últimos estaban apoyados por el gobierno de Sudáfrica, que para Stetsasonic es la encarnación del mal (Hey brother, my country’s in a war. / We are fighting rebels backed by Pretoria, o “Hey, hermano, mi país está en guerra. / Estamos combatiendo a rebeldes respaldados por Pretoria”). El siguiente país citado es Botswana, pero su historia más pacífica hace que apenas se haga una referencia de carácter geográfico -se dice que la capital es Gaborone- y al nombre de su presidente, Quett Masire. Tampoco falta el recuerdo para Samora Machel, presidente mozambiqueño fallecido en un accidente de aviación que muchos achacaron a una acción sudafricana, extremo no probado y desmentido por el gobierno de esa potencia regional. Finalmente, hay una breve enunciación de otros líderes y movimientos independentistas, como el SWAPO namibio, Kenneth Kaunda en Zambia, Julius Nyerere en Tanzania, o Robert Mugabe en Zimbabwe -este, de hecho, se cita en dos ocasiones-.
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Pero si hay un país que centra la mayor parte de A.F.R.I.C.A. ese es -como ya se podrá hábilmente deducir a estas alturas- Sudáfrica. La situación política de ese Estado no solo durante los años ochenta, sino durante la práctica totalidad del siglo XX, es la de un régimen segregacionista, que por medio del apartheid establecía la separación entre las poblaciones blanca y negra, con total predominio de la primera. Como era presumible, la buena situación económica de este país comparada con las de sus vecinos no aumentó las simpatías exteriores, y los miembros de Stetsasonic son un ejemplo de ello. Así, en varias ocasiones a lo largo de esta composición se grita en favor de la libertad de todo el país y, en concreto, del encarcelado líder del Congreso Nacional Africano o ANC, Nelson Mandela -así como su entonces esposa Winnie-. La lucha contra el apartheid aparece señalada como la más importante, y se acusa de malvados a aquellos que lo defiendan, incitando al combate contra los mismos –To fight apartheid, everybody. / To fight against the wicked, o “para luchar contra el apartheid, todo el mundo. / Para luchar contra los malvados”-. De hecho, se califica a esa doctrina como “antinegra y pro-ridículo” –Anti-black and pro-ridiculous-. Tampoco olvidan de la lucha que ya venían llevando a cabo muchos sudafricanos, por medio de revueltas y disturbios.
De todos modos, pese a la opinión mayoritaria claramente favorable a las posiciones defendidas en esta canción, hay algunos aspectos que pueden ser más polémicos, y que son los que permiten apreciar la enorme subjetividad de la composición. No solo se establece una dicotomía entre el “bien” -los militantes africanos independentistas- y un “mal” que debe ser combatido -gobiernos coloniales, blancos y proapartheid-, sino que además se toma partido incluso por aquellas organizaciones que optaron por el terrorismo como medio para imponer su agenda política y hacerse con el poder. Quizás los ejemplo más claros son los de Robert Mugabe y sus violentas políticas represivas contra los blancos –help Mugabe– y el del MK y la ANC –support the MK and the ANC-. MK es la abreviatura del “Umkhonto we Sizwe” o “Lanza de la Nación”, liderado entre otros por el propio Nelson Mandela, y que era el brazo armado de la ANC, autor de numerosos atentados terroristas durante la década de 1980.
Por lo tanto, y como ya se ha comprobado en infinidad de ocasiones, si ya resulta virtualmente imposible ser del todo objetivo analizando la Historia, mucho más difícil resulta cuando se trata la realidad del momento que se vive, que es de lo que hablaba Stetsasonic en su A.F.R.I.C.A. Como en cualquier proceso político, social o cultural, la óptica personal influye de manera decisiva en la interpretación de los hechos y, desde luego, el proceso de descolonización africana no es una excepción. La conflictividad fue enorme, con numerosos episodios de violencia extrema, y para buena parte de la población, tomar partido resultaba algo obvio. Y lógicamente, para defensores del movimiento en favor de los derechos civiles, la pervivencia a finales del siglo XX de un régimen como el de apartheid era intolerable, independientemente de cualquier otra consideración. Sin embargo, la Historia acaba por dibujarse, con el tiempo, como algo complejo y con infinidad de matices. Pero, en cualquier caso, escuchar un modo muy concreto y parcial de ver la realidad, como el que Stetsasonic muestra a ritmo de hip hop ochentero, es imprescindible para, con el tiempo, poder entender mucho mejor un proceso tan complejo como es la descolonización de África.
Vídeo oficial de A.F.R.I.C.A., de Stetsasonic
[Imagen de portada a partir de la portada de: youtube.com]