Kimetsu no Yaiba, también conocida como Demon Slayer o Guardianes de la noche, es una serie manga de Koyoharu Gotōge. La autora e ilustradora lleva desde 2016 trabajando en este manga, que en 2019 fue adaptada a serie de anime y posteriormente a película (2020).
La historia del manga está ambientada en Japón, concretamente en la Era Taisho, donde el joven Tanjirō Kamado pierde a su familia a manos de unos demonios, siendo una de sus hermanas menores, Nezuko, transformada en uno de ellos. Emprende entonces un largo camino junto a su hermana, con el objetivo de que esta pueda volver a ser humana. En dicho camino conoce a un grupo no gubernamental que se dedica a exterminar a los demonios y proteger a los humanos, del que pasará a formar parte tras un duro entrenamiento.
Como podemos ver, aunque su objetivo no es crear una serie histórica, la autora se decide por un trasfondo histórico. La Era o período Taisho tuvo lugar entre el 30 de julio de 1912 y el 25 de diciembre de 1926, coincidiendo con el reinado del emperador que le da nombre. En la serie de animación, aproximadamente en el cambio de temporada, vemos cómo se produce un cambio de era y pasamos a encontrarnos en el período Shōwa, regida por el emperador homónimo.
Este trasfondo histórico se puede también en la arquitectura, concretamente en la de las grandes ciudades como la capital. Esto se debe sobre todo a que a finales del período Taisho tiene lugar el Gran Terremoto de Kanto (1925). Tras esta catástrofe, en las grandes ciudades se reconstruyeron los monumentos y edificios más importantes, mientras que los edificios tradicionales de viviendas, en numerosas ocasiones, pasaron a ser reconstruidos imitando la arquitectura occidental.
En la última temporada del anime, ya en el período Showa, nos trasladan a Tokio, concretamente a Yoshiwara. Este barrio era en realidad un distrito rojo (o yūkaku en japonés), creado en 1617. Allí se podrían encontrar negocios y prostitutas de diferentes clases sociales, aunque en el anime se centran en las oiran. Estas serían las cortesanas de mayor rango, tal y como nos explican en esos capítulos. Además, el anime nos muestra un desfile, protagonizado precisamente por una oiran. Son los conocidos como oiran-dochu.
Es en esta temporada donde nos presentan a tres nuevos personajes: las esposas de Tengen Uzui, que son Kunoichi, denominación que recibían las ninjas de primera clase. En realidad, se trataba de mujeres guerreras dentro de los clanes ninja dedicadas a las labores de espionaje y reconocimiento (tal y como sucede en el anime).
Además de poder observar estos elementos de carácter histórico, también encontramos aspectos mitológicos a lo largo de la serie. Es el caso de las máscaras tengu y hyottoko. El tengu es una criatura que ha llegado a considerarse un dios en algunos casos y en otras como demonio, dependiendo de la región. Es representado como un ave de rapiña con características humanoides. Por ese motivo las máscaras que lo representan son de color rojo, con una nariz larga haciendo referencia al pico del ave. Este tipo de máscaras suelen utilizarse en los festivales.
La segunda máscara, hyottoko, proviene de la unión de los kanji fuego y hombre, haciendo referencia a que el personaje que representa arroja fuego a través de un tubo de bambú. No es de extrañar, por tanto, que la autora utilizase esta máscara para representar a los fabricantes de katanas en este universo fantástico. No es el único anime o manga donde los herreros utilizan estas máscaras, como es el caso de Dororo.

Otro elemento destacado son las capas o chaquetas de paja de arroz que utilizan algunos personajes para protegerse de la lluvia. En Japón son denominados Mino, y otras formas de realizarlo eran a base de ortiga, cáñamo o incluso cortezas o algas. Un invento bastante curioso y no exclusivo de esta isla, pues en Galicia aún quedan unos pocos artesanos capaces de realizar unos trajes muy parecidos, denominados generalmente corozas.

Otros elementos culturales de Japón que pueden verse son los Shamisen o samisen, un instrumento musical procedente de china similar a una guitarra o un banjo en aspecto.

Por todo ello y a pesar de no ser su intención, como ya comentamos, Kimetsu no Yaiba presenta un interesante trabajo de documentación que enriquece la ambientación histórica en la que se nos presenta a sus personajes. Estamos acostumbrados a ver un claro interés en la Historia por parte de este tipo de producciones, con mayor o menor acierto, siendo en este caso un ejemplo digno de análisis.
[Imagen de portada extraída de Código Espagueti]