Bien es conocido el calado que tuvo la narrativa picaresca en la literatura española del Siglo de Oro, liderada por la obra insigne El Lazarillo de Tormes (1554). Esta nueva corriente se expandió rápidamente fuera de las fronteras españolas, influyendo a escritores de todo el mundo para narrar ambientes costumbristas que relataban situaciones satíricas de la población de cada lugar. Este viaje por la crítica social a través del humor nos lleva hasta Japón, donde la obra Viaje por el Tokaido representa una de las máximas expresiones de este género.
Su autor es Ikku Jippensha, pseudónimo de Sadakazu Shigeta, y nos relata el viaje de dos hombres por la ruta Tokaido a finales del periodo Edo, dividido en dos partes que publicó en 1802 y en 1822. Esta aventura a pie recorre los 488km que dividen las ciudades de Edo (actual Tokio) y Kyoto, a través de 53 estaciones por la costa este del país.

La influencia de esta obra magna de la literatura nipona fue la que sentó la base argumental del manga de dos tomos Tabi no Sakana: Bocados de un viaje gourmet, de los autores Qusumi Masayuki y Uonome Santa. Publicado en 2020, nos trasladan a 1794 para presentarnos al escritor Ikku Jippensha, pero mucho antes de que entrase en el Olimpo de la literatura, siendo él mismo el protagonista de las aventuras que le servirían de inspiración para su célebre Viaje por el Tokaido. Sin embargo, a diferencia de dicha obra, en este manga el protagonista no es tanto la picaresca, sino más bien la gastronomía local de cada una de las estaciones por las que transitan. De hecho, Tsutaya Juzaburo –el editor de Ikku en la ficción y en la realidad– es quien le encomienda este viaje para escribir una guía gastronómica del país, bajo el pretexto de que vaya cobrando las deudas de diversas personas que le deben dinero.

Es interesante ver cómo esta excusa gastronómica nos presenta un periodo de cambio social en Japón. Enmarcándose en el periodo Kansei (1789-1801), vemos el apogeo de las clases urbanas y comerciantes, que van relegando al feudalismo samurái a un segundo plano, coincidiendo con los periodos de paz y de prosperidad económica. Este tiempo coincide también con las reformas implantadas por el consejero mayor del shogun, Matsudaira Sadanobu, donde la censura se incrementa para prohibir las críticas al shogunato y para purgar la moral pública, tal como se refleja en la obra –por ejemplo, prohibiendo los baños públicos mixtos.
De este modo, la riqueza histórica del manga radica en el ensalzamiento de la cocina japonesa de la época, acompañada de descripciones de la vida local y de los transeúntes, sin olvidar la situación política en la que se enmarca la narración. Tampoco nos olvidamos del apogeo de los ukiyo-e, estampas japonesas realizadas con xilografía que representan la época dorada del arte ilustrado nipón, que sirven de inspiración en Tabi no Sakana para representar las portadas de cada capítulo, siguiendo el ejemplo que el propio Ikku Jippensha hizo en su Viaje por el Tokaido.

Finalmente, cabe destacar que el primer tomo viene acompañado de notas de los autores describiendo algunos de los platos mencionados en el texto, así como utensilios de la época que resultaban útiles para los viajeros. Ello hace que el conjunto se convierta en una lectura agradable que consigue enseñarnos muchos detalles de la Historia de Japón mientras se nos hace la boca agua y nos ruge el estómago al igual que a Ikku Jippensha.
[Imagen de portada extraída de Quaterni]