El Violeta: Ser LGTB+ en tiempos de Franco

En las últimas décadas se han producido innumerables obras de ficción que giran en torno a los campos de concentración o de trabajos forzados, especialmente bajo el contexto de la II Guerra Mundial. Sin embargo, caen en el olvido algunos centros que se erigieron en territorio español y que tuvieron un gran impacto en una parte de la sociedad durante la dictadura de Franco, como por ejemplo el colectivo LGBT+.

Portada de El Violeta. Fuente: Editorial Drakul.

Para visibilizar esta realidad nos sumergimos en la historia de El Violeta, novela gráfica de Juan Sepúlveda Sanchís, Antonio Santos Mercero y Marina Cochet. En ella se nos presenta la vida de Bruno, un muchacho de 18 años que es encarcelado en Valencia por su presencia en un cine frecuentado por homosexuales y al que torturan para sonsacarle la identidad de más personas pertenecientes al colectivo, en una oleada de persecución y eliminación de cualquier conducta que no cumpliese las reglas morales de la heterosexualidad. Esta se apoyaba en la ‘Ley de vagos y maleantes’, aprobada en 1933 para erradicar principalmente a vagabundos, proxenetas, drogadictos y alcohólicos. El 15 de julio de 1954 se modifica la ley para incluir también a los homosexuales, quienes serían desde ese momento y citando a dicha ley, «internados en un establecimiento de trabajo o colonia agrícola».

Ley de 15 de junio 1954 por la que se modifican los artículos 2.° y 6.° de la Ley de Vagos y Maleantes, de 4 de
agosto de 1933. Fuente: BOE.

Así es como esta novela gráfica nos ilustra las penurias de la Colonia Agrícola Penitenciaria de Tefía. Un campo de trabajos forzados en Fuerteventura al que eran enviados presos políticos, delincuentes de diversa índole y en especial homosexuales varones para su reeducación. Los autores se inspiran en los testimonios de presos que vivieron ahí, centrándose en las duras labores agrícolas en el desierto, así como el picado de piedra en una cantera cercana y las torturas y el hambre que sufrían, así como las condiciones infrahumanas en las que vivían.

Hacia el final de la obra, transcurridas dos décadas en la historia, vemos los cambios sociales de los años 70, donde comienzan a haber manifestaciones en las calles clamando por la libertad y el fin del régimen. El 5 de agosto de 1970 la mencionada ‘Ley de vagos y maleantes’ sería sustituida y derogada por la ‘Ley sobre peligrosidad y rehabilitación social’. A pesar de ello, las condiciones siguieron siendo muy similares, con penas de hasta 5 años de cárcel para homosexuales y personas consideradas desviadas de la moralidad, en busca de su rehabilitación. Dicha ley se ratificó el 26 de diciembre de 1978 y continuó hasta ser derogada el 23 de noviembre de 1995.

Manifestación en los años 70 contra la Ley de peligrosidad social. Fuente: COGAM.

Esta derogación supuso un paso adelante en la defensa de los derechos LGBT+ y, aunque las terapias de conversión de homosexuales están prohibidas en varias comunidades autónomas, en la actualidad no existe una ley estatal que las derogue y persiga de forma tajante y unitaria, a pesar de los intentos que se están fraguando en el borrador de la ley LGTBI del Ministerio de Igualdad. Finalmente, cabe también mencionar las consecuencias que cargan a día de hoy las víctimas de la persecución que se refleja en El Violeta, cuyas vidas quedaron marcadas por el estigma de su condición y a los que se les denegó oportunidades labores por ello, abocándose en muchos casos a la prostitución.

Obras como El Violeta se muestran necesarias para visibilizar una realidad cuyas cicatrices continúan muy presente en el colectivo LGBT+. Se suma así a la labor de la memoria histórica del colectivo en una lucha que ya se inició en Barcelona en 1977 en la primera manifestación a favor de los derechos de los homosexuales del país, origen del Día del Orgullo en España. A mayores, representa también un punto de reflexión en cuanto a la existencia de los campos de concentración en nuestro territorio, así como el tratamiento vejatorio que vivieron el resto de víctimas de las ‘Ley de vagos y maleantes’, como por ejemplo las personas con discapacidad y los sin techo.

Escena de El Violeta. Fuente: Diario de Fuerteventura.

[Imagen de portada extraída de Drakul]

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