Y el récord de personalidades por fotograma es para…

Piénsenlo. Pedro Sánchez, Pablo Casado, Pablo Iglesias, Albert Rivera y Santiago Abascal. Amancio Ortega, Ana Botín, Florentino Pérez y las hermanas Koplowicz. El doctor Cavadas, Fernando Savater y Ferrán Adriá. Arturo Pérez-Reverte, Carlos Ruiz Zafón y Álex Grijelmo. Rafa Nadal, Andrés Iniesta y Lydia Valentín. Penélope Cruz, Arturo Valls y Julio Iglesias. Matías Prats, Iñaki Gabilondo y Paco Marhuenda. Todos juntos, en una sola película de menos de hora y media de duración. Compartiendo infinidad de tomas, muchas de ellas en sus propias casas. Suena a un imposible, ¿verdad? Pues bien, esto mismo, pero con personalidades de los años veinte, es lo que nos encontramos en la película La Malcasada, por la que fue desfilando lo más granado de la sociedad española de aquellos años gracias, sobre todo, a los contactos del director, el periodista -y desde entonces también cineasta- Francisco Gómez Hidalgo.

El origen de este largometraje hay que buscarlo apenas unos años antes de su estreno. El propio Gómez Hidalgo escribió, junto con el dramaturgo José de Lucio, una obra teatral con el título de La Malcasada, en la que se trataba el polémico tema del divorcio, por medio de la relación entre un torero, Félix «el Mejicano» y una joven de la alta sociedad, María «la Virgencita». La idea surgió de un caso real que escandalizó a muchos por aquel entonces, el matrimonio entre el torero Rodolfo Gaona y la actriz Carmen Ruiz Moragas -una de las más conocidas amantes del rey Alfonso XIII-, que desembocó en una abrupta separación al poco tiempo de comenzar. Los autores de la obra, por medio de una peculiar versión de aquel suceso, aprovecharon para tratar uno de los temas más polémicos de la política española durante el siglo XX, el divorcio. El fracaso de la obra no desanimó a Gómez Hidalgo, que decidió hacer una versión cinematográfica, convencido del potencial de este nuevo arte al que -aun estando en fase de desarrollo- ya se le vislumbraba su fuerza en la pujante industria del ocio. De hecho, el éxito del cine mudo en la década de los veinte era la confirmación de este fenómeno.

lamalcasada
Imagen extraída de: youtube.com

Sin embargo, el director no confiaba tanto en el guión o la polémica temática como en un reparto sorprendente para atraer espectadores. Así, gracias a sus contactos con parte de la oligarquía de Madrid o Barcelona, logró convencer a un número considerable de personalidades para unirse al proyecto. En 1926 comenzó el rodaje del film, que contaría con María Banquer y José Nieto en los papeles de María y Félix, protagonistas principales de la trama amorosa. En cuanto a los célebres actores de reparto que van apareciendo en distintas secuencias de La Malcasada, vemos incluso a las más altas esferas del poder, destacando la figura del dictador Miguel Primo de Rivera, gobernante con plenos poderes desde el triunfo de su golpe de Estado en septiembre de 1923. Pero también tuvieron su cuota de pantalla otros miembros de la clase política española -sobre todo de la todavía cercana Restauración borbónica-, como el Conde de Romanones, Alejandro Lerroux, Marcelino Domingo, Natalio Rivas o José Sánchez Guerra. Aun más nutrida, si cabe, es la representación de la intelectualidad de esa Edad de Plata de la cultura española, con cameos de los literatos Azorín, Valle-Inclán, Wenceslao Fernández Flórez, Rusiñol o Eugenio D’Ors, periodistas como la saga Luca de Tena, ingenieros como Torres Quevedo, el tenor Miguel Fleta… También aparecen nuevos héroes populares como los aviadores Ramón Franco o Julio Ruiz de Alda, que poco antes habían protagonizado el «vuelo del Plus Ultra». No obstante, si hay un sector que destaca especialmente -y también lo hace dentro de la escasa literatura dedicada a esta película- es el de los militares. Además del ya citado Primo de Rivera, en La Malcasada aparecen el general Weiler o, sobre todo, varios oficiales africanistas, como Sanjurjo, Millán Astray o Francisco Franco. De hecho, este último -cuya presencia es la más destacada, por la importancia que tendría este hombre en las décadas siguientes- no se presenta solo con un rótulo con su nombre, sino que se añade que se trata de «el general de treinta y tres años», muestra de lo extraordinario de su ascenso en el escalafón militar, hecho que le granjeó una gran popularidad.

Pero, personajes aparte, esta película nos permite conocer un poco mejor muchos aspectos de la España de los años veinte. Así, se refleja el transporte -ferrocarriles de la empresa MZA, los tranvías de Barcelona, los automóviles de época-, la arquitectura y el urbanismo -con vistas panorámicas de Cádiz o Tetuán, la plaza de toros barcelonesa de Las Arenas, planos de la muralla toledana, de iglesias en Sitges o Madrid…-, una gran variedad de carteles publicitarios de la época, lugares paradigmáticos de la socialización del momento -el café Suizo de Barcelona, el Hotel Castilla en Toledo- y un largo etcétera.

fotograma la malcasada franco
Imagen extraída de: elindependientedegranada.es

La Malcasada también es un testimonio de primera mano de los usos y costumbres de la aristocracia española -bailes, turismo en la costa, deportes como el tenis, tertulias en cafés o en las casas de algunos de sus miembros, veladas amenizadas por cantantes y músicos-, pero no solo de esta, sino que también se refleja una de las grandes pasiones populares de aquellos años, la tauromaquia. Esto lo podemos ver gracias a la evolución del protagonista masculino, Félix «el Mejicano», que tras salir de su país natal llega a convertirse en una gran figura del toreo, y por tanto en una de las mayores celebridades del país, a la que numerosos aficionados van a saludar incluso a sus hoteles -no dejan de ser curiosas las similitudes con los futbolistas actuales, que han tomado el relevo de los matadores dentro del panteón de la cultura del ocio de masas-.

Pero si un tema es el eje de toda la narración, como decíamos al principio, ese es el del divorcio. Los años veinte, protagonizados a nivel político por la dictadura primorriverista, eran de total dominio de la moral católica, y el matrimonio no era una excepción. Aunque evidentemente existía de facto la separación en algunas parejas -siempre con cierto escándalo social-, el divorcio como tal no estaba recogido, y no lo estuvo hasta un lustro más tarde, ya en período republicano. Sin embargo, las voces a favor de ese nuevo derecho eran cada vez más numerosas, sobre todo entre la intelectualidad y en los círculos políticos más vinculados a tendencias progresistas, como se puede comprobar en el film, por medio de las intervenciones de Alejandro Lerroux -que ejerce de asesor legal del protagonista cuando este decide separarse-, Marcelino Domingo o Pedro Muñoz Seca -estos últimos señalan, en una conversación entre ellos y Félix, que la situación era muy difícil a nivel legal, negándose los jueces a conceder la nulidad incluso cuando mediaban intentos de homicidio en la pareja-. Y todo ello, íntimamente relacionado con otros valores tradicionales indisociables de aquella sociedad, como la fidelidad o la «honra». De hecho, el protagonista masculino le es infiel a su mujer en reiteradas ocasiones, lo que se considera un grave insulto y una ofensa a la dignidad de ella, lo que se ve agravado cuando descubre que tenía un hijo en México del que no sabía nada, y a quien quiere reconocer.

Pero La Malcasada no solo sirve para conocer algo mejor la España de los años veinte gracias a sus personajes, sino también a los hechos derivados de su estreno. Aunque ya el primer pase, celebrado en el cine Royalty de Madrid el 10 de enero de 1927, fue un éxito de público, ya antes de finalizar la proyección las autoridades comenzaron a sentirse incómodas, debido sobre todo a los vítores de algunos espectadores cuando aparecían en pantalla figuras muy incómodas para el régimen, como el general Weyler o el político Sánchez Mazas. Debido a ello, el público no pudo volver a ver la película hasta meses más tarde, con una versión censurada en la que se eliminaban los fotogramas donde aparecían algunas figuras polémicas.

Así, podemos concluir que esta obra tan poco conocida es uno de los documentos más singulares con que contamos para acercarnos a uno de los períodos más decisivos de la contemporaneidad en España. Y además, permite hacerlo de un modo inédito a nivel mundial, con una constelación de celebridades de la vida política, social y cultural de todo un país, interpretándose a sí mismos y abriéndonos, en algunos casos, las puertas de sus propias casas, de aquellos lugares en donde, entre cigarros, copas, charlas y música, se escribía la Historia.

 

Película La Malcasada (1926): https://www.youtube.com/watch?v=OMZGCkqx9MM


[Imagen de portada extraída de: youtube.com]

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