Desde hace apenas unos años ha empezado a escucharse cada vez más la voz de María Rozalén, hasta el punto de que a día de hoy es una de las cantautoras más populares de España, siendo sus tres trabajos publicados disco de oro o de platino. Es cierto que la mayor parte de sus letras no encajan mucho en El Octavo Historiador, al estar centradas en temas como el amor y el desamor o en asuntos de cariz social (enfermos de SIDA, mujeres maltratadas, etc.). Sin embargo, en su último álbum, Cuando el río suena… (2017), optó por acercarse un poco a la Historia a través de algunas composiciones muy personales, en las que narraba sucesos que marcaron a su familia en el pasado. El ejemplo más claro es Justo, canción en la que habla de la vida y la muerte de su tío abuelo, fallecido en la Guerra Civil y sepultado en una fosa común, y que le permite entrar en uno de los temas que más polémicas ha suscitado en los últimos años: la memoria histórica.
En Justo, Rozalén empieza y acaba centrándose precisamente en la memoria histórica, tomando un posicionamiento muy claro en favor de esta política. En la primera estrofa cita los argumentos contrarios a la búsqueda de los enterrados en fosas comunes (Calla. / No remuevas la herida. / Llora siempre en silencio. / No levantes rencores, que este pueblo es tan pequeño. / Eran otros tiempos), pero hacia el final de la canción la propia compositora los contesta, mostrando su oposición a que este tema sea olvidado. De hecho, manifiesta que afrontarlo, buscar y encontrar los cuerpos de los seres queridos muertos es el único modo de pasar página y encontrar cierta paz (Si no curas la herida duele, supura, no guarda paz). Ambos argumentarios vienen siendo defendidos por numerosos políticos, historiadores y colectivos desde hace décadas, normalmente en función de su visión ideológica, aunque también basándose en sus propias experiencias familiares. En este sentido, no resulta extraño que Rozalén se sitúe abiertamente entre los defensores de la memoria histórica tal y como se concibe en la legislación actual, especialmente por haber sufrido sus allegados una pérdida traumática durante la Guerra, y sin posibilidad de conocer su paradero (Sin una flor, / sin un adiós. / La única tumba, la de su corazón).

Para poder componer esta canción, Rozalén se sirvió principalmente de la Historia oral (como se refleja en su documental Conversaciones con mi abuela), método de conocimiento de nuestro pasado que alcanzó bastante popularidad desde el último cuarto del siglo XX. Esas conversaciones grabadas con testigos directos de aquellos años de la Guerra Civil le permitieron dibujar brevemente la vida de su tío abuelo Justo, rescatando una de tantas biografías que permanecían en el anonimato desde hace décadas (Todos le llamaban Justo, / Justo de nombre y acción. / El mayor de cinco hermanos. / Elegante, el más prudente de un pueblito de la Sierra del Segura. / Sastre y leñador de profesión. / Se hablaba con la Ascensión, morenita, la de Amalio. / De los pocos que leía. / Estudiaba por las noches en los tres meses de invierno. / Él cantaba por las calles, siempre alegre, una canción). Y a su vez, ese repaso le sirve para acercarse a otros aspectos clave de la Historia en aquellos turbulentos años de lucha fratricida: sitúa los hechos en un pueblecito de la Sierra de Segura sin especificar, que en realidad es Letur, la pequeña localidad de la que es oriunda la cantante y su familia materna. Como toda la provincia de Albacete se hallaba bajo el control de Gobierno republicano -de hecho, lo estuvo hasta los últimos días de la Guerra-, el joven Justo fue llamado a filas por éste. Es verdad que no se hace referencia explícita al bando para el que combatió, pero su propia residencia en Letur lo hacía evidente. Y mucho más cuando Rozalén se refiere a la “Quinta del Biberón” (Al final del [año 19]38 son llamados a la Guerra / la generación más joven, / la Quinta del Biberón), compuesta por las últimas levas de jóvenes soldados (la mayoría de los cuales no llegaban ni a la mayoría de edad) que, debido a la enorme cantidad de bajas sufridas en el frente -o incluso en la retaguardia, a causa de las luchas internas- fueron llamados para continuar una guerra que ya parecía muy decantada en favor de los sublevados o nacionales.
Así, una canción inspirada por traumáticas experiencias familiares, como es el caso de Justo, acaba sirviendo para acercarnos no sólo a un tema tan polémico como la memoria histórica, sino también a diversos pasajes políticos, militares y, por supuesto, sociales, de nuestro pasado. Y aparte de lo útil que resultó para esa familia (tras su publicación se pusieron en contacto con ellos personas que les permitieron encontrar el cuerpo en una fosa de Arganda del Rey), e independientemente del posicionamiento de cada cual -que en el caso de María Rozalén es bastante explícito-, hacer una reflexión sobre la Historia y su papel en la vida de la gente nunca sobra.
Vídeo de «Justo», de Rozalén: youtube.com
[Imagen de portada extraída de: youtube.com]