La isla de San Simón [ES]

El recuerdo de la Guerra Civil dejó una huella tan profunda en la sociedad gallega que aún hoy persiste en nuestra cultura como algo intrínseco, calando en gran medida la idea del exilio y la añoranza de la tierra de la que miles de gallegos se vieron obligados a partir.

En esta ocasión, sin embargo, reunimos dos cómics que narran la historia de algunos de los que se quedaron y que fueron protagonistas en un importante enclave de la Ría de Vigo: la isla de San Simón. Son «A lavandeira de San Simón» de Eva Mejuto y Bea Gregores y «Regreso a la isla de San Simón», editado por la Diputación Provincial de Pontevedra como ejercicio de memoria histórica.

Este emblemático lugar ha sido habitado y abandonado en múltiples ocasiones a lo largo de la historia, ya desde el medievo, por diversas órdenes monásticas. También fue testigo de la batalla de Rande en 1702 en la Guerra de Sucesión, con la incursión de tropas británicas y holandesas en la ría, que atacaron los pueblos de los alrededores, además de la propia isla. Esto alimentó las leyendas de la zona que hablaban de la presencia de tesoros, tanto por los barcos hundidos en la batalla como por las riquezas enterradas para protegerlos del saqueo; leyendas que sirvieron de inspiración para desplegar el discurso narrativo de “Regreso a la isla de San Simón”, donde cuatro muchachos de un campamento deciden explorar en su búsqueda. También se menciona en el trabajo de las lavanderas, en una conversación entre los dos jóvenes protagonistas.

Posteriormente, la isla destacó por convertirse en lazareto en 1838, lugar de cuarentena que servía de barrera de contención a los marineros que llegaban enfermos de América, especialmente importante para contener y frenar la lepra y el cólera, entre otras plagas, hasta su clausura en 1927. El cenit de su relevancia histórica llegó con la Guerra Civil, aprovechando los edificios existentes para convertirlos en una colonia penitenciaria que funcionó como campo de concentración desde 1936 hasta 1943. Las cartas de los presos que relataban lo ocurrido en esta isla son lo que sirven de inspiración para las historias de los cómics que aquí mostramos, destacando especialmente el hacinamiento en las celdas y la falta de higiene, vestimenta y alimentación. Tal fue la saturación, que en 1938 llegó el barco Upo Mundi para servir como ampliación de la prisión, aunque allí las condiciones eran peores.

Arriba, Faustino Otero en su barca. Abajo, un grupo de lavandeiras en A Xunqueira, Redondela. Fuente: Eva Mejuto.

Sin embargo, ambas obras contemporáneas destacan el trabajo de los vecinos de los pueblos de los alrededores, quienes crearon redes de apoyo de voluntarios que intentaban ayudar a los presos llevándoles ropa limpia, mantas y comida, así como cartas de sus familiares. En este sentido destacaron Faustino Otero y Bernardina Lino, mencionados en ambas historietas por ser quienes transportaban estos objetos en botes, así como los familiares visitantes. Finalmente, también destaca el trabajo de las lavanderas, en su mayoría mujeres anónimas que lavaban la ropa de los presos con los que no tenían vínculos estrechos y que cosían ropa para los condenados en el Upo Mundi, por lo que sufrían marginación y diversas represalias.

La memoria histórica sitúa así en el mapa una isla que ha visto llegar y morir a muchos individuos, en diferentes circunstancias y en diferentes momentos. Ya sea por la senectud de un monje herido de muerte en combate, sucumbido por una peste o fusilado contra un muro por los militares franquistas. La isla de San Simón esconde grandes tesoros y, sin duda, el más importante es la Historia que nos cuenta de lo que fue testigo.


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[Imagen de portada extraída de Eva Mejuto]

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