Este pasado sábado tuvo que haberse celebrado la 65ª edición del Festival de la Canción de Eurovision, aunque la crisis internacional provocada por la expansión del virus Covid-19 hizo que se tuviese que cancelar, por primera vez en su historia. En su lugar, se celebró una gala online en homenaje a las canciones que deberían haber representado a cada uno de los 41 países participantes de esta edición; eso sí, sin ganadores.
En sí mismo, este hecho no debería ser objeto de discusión para nosotros, si no fuese por una canción en concreto que ha llamado nuestra atención: Cleopatra, de la artista azerbaiyana Samira Efendi. Este personaje histórico tan recurrente en la producción cultural ya lo habíamos visto en referencias musicales anteriores, pasando desde un aspecto cómico bien documentado de la mano de PlayGround a un superficial acercamiento de Katy Perry. En esta ocasión, sin embargo, nos encontramos con una canción que aglutina una amalgama de ideas un tanto confusas o que directamente no tienen ninguna relación entre sí. Empezando desde el inicio mismo del videoclip, vemos que Efendi aparece dentro de una bañera en medio del desierto, disfrutando de un baño de polvos de oro. Son bien conocidos los tratamientos de belleza de la reina de Egipto, pero el empleo del oro se limitaba a ciertos cosméticos.
Entretanto, nos canta que fue traicionada por un amor del que fue difícil recuperarse y por el que perdió parte de su cordura, pero que ahora ha regresado más fuerte que nunca y con ansias de venganza (Betrayed by lover / So hard to recover, / Couldn’t see the forest for the trees / Just like me, oh, in too deep. / There was no intervention / I was lost falling out of myself / I was so filled with tension, / Getting mad was my cry for help. / Now I’m back with a vengeance). Salvando muchos escollos y en un alarde de interpretación, deducimos que puede referirse a su relación con Julio César, que finalizó con el asesinato de este en los idus de marzo del 44 a. C. y que tras lo cual peligraba tanto su reinado sobre Egipto como su relación con Roma.
Volviendo a la canción, es en este momento en el que dice descubrir una voz en su interior que la ayuda a recomponerse y le devuelve su fuerza interior. Acto seguido, suena un mantra de un idioma exótico que sirve de preludio al estribillo. Cleopatra era ampliamente conocida por ser una gran políglota, habiendo un gran debate sobre el número total de lenguas que podía controlar. Sin embargo, es fácil asegurar que, en esta vasta lista idiomática, nunca se incluiría la elección de la canción de Azerbaiyán, ya que canta un mantra budista en japonés llamado Namu Myōhō Renge Kyō (南無妙法蓮華經). Dicho mantra nos habla de la devoción y gloria de la ley mística del Sutra del loto y se empleó en la filosofía budista por primera vez el 28 de abril de 1253 para reducir la negatividad del karma, así como el sufrimiento que conlleva.
Continúa la canción haciendo referencia a Marco Antonio, al quien dice convertir en su gigoló tras la muerte de Julio César y que acabó abandonándola de forma descarada, convirtiendo a Cleopatra en su peor enemiga (Cleopatra had Mark Antony / You know who I mean, not the Latin king / The one from Rome who lived long ago / After Caesar died, Cleo’s gigolo / A Goddess, a temptress / The way he left me, it was shameless / She was her worst enemy / Just like me, yeah, just like me). Llamar gigoló a una figura como Marco Antonio sí que puede considerarse descarado, habiendo sido su pareja durante 14 años y con el cual tuvo tres hijos. Además, esta relación llegó a su fin por el suicidio de Marco Antonio, al llegarle la noticia de que Cleopatra había muerto tras la incursión militar de Octavio en Egipto. Tras ello, Cleopatra acabaría quitándose también la vida para evitar convertirse en un trofeo de victoria de Roma. Desconocemos, en todo caso, la similitud de esta historia con la vida de la cantante.
Nunca sabremos si esta canción habría triunfado realmente en esta edición de Eurovision, al no poder repetir tema el año que viene cuando se reanude el festival. Sin embargo, sí que nos queda claro que hay figuras históricas que están completamente distorsionadas por el uso excesivo que se les ha dado, especialmente en el cine y en la música. En el caso de Cleopatra, se continúa su imagen de mujer manipuladora de hombres, como ejemplo de fuerza y de poder femenino, reduciéndola a elementos muy básicos y superficiales y perdiendo por completo la veracidad de su historia.
[Imagen de portada extraída de YouTube]