A lo largo de nuestra existencia como revista hemos analizado muchos videojuegos que recurrieron al pasado para encontrar su fuente de inspiración, pero no todos lo hicieron por el mero hecho de presentar un acontecimiento histórico, sino más bien para poner en valor un determinado pueblo o una determinada cultura minorizada. Estos casos, sin embargo, suelen tener un fuerte componente mitológico, como vimos en su día con The Frostrune, al sumergirnos en una aventura nórdica en las costas de Noruega en el año 965.
En esta ocasión, descubrimos un pueblo menos conocido y que se sitúa en la profundidad de Rusia, con idioma, literatura y mitología propios: los Komi, descendientes del grupo étnico de los Permianos. Los desarrolladores de The Mooseman son un equipo pequeño, local e independiente, concienciado con la veracidad histórica y el respeto al folklore. Tanto es así que en su página principal dedican un espacio amplio para explicar de dónde surge la idea del juego y cómo se desarrolló el apartado cultural, que contó con el estrecho asesoramiento del Museo de Historia de Perm y una investigación académica detallada sobre la mitología ugrofinesa, a la cual pertenecen, incluyendo al finalizar el juego, las fuentes consultadas para el desarrollo del mismo.

En cuanto a la temática, debemos guiar a un chamán a través de los tres niveles de los que se compone la Tierra (inframundo para los espíritus, terrenal para los vivos y celestial para los dioses), utilizando el poder que tiene para ver a los espíritus, a los que usará para recuperar la luz del sol que se perdió. Lo interesante es que en todo momento estamos rodeados por figuras muy particulares, inspiradas en las piezas arqueológicas de bronce pertenecientes a los Permianos (ss. III-XII), de las que se incluye una descripción detallada de cada una, cortesía del Museo de Historia de Perm. Estas explican el origen de las piezas y las contextualizan enunciando el yacimiento en el que fueron encontradas, además de dar una breve interpretación de lo que representan. Así, el apartado visual acompaña continuamente a la narración del mito, escrito y narrado en lengua Komi-Permiano. Ocurre igual con la música, que incluye instrumentos y melodías que son propias de esta cultura.
Todo ello convierte a The Mooseman en un juego que, a pesar de su corta duración, demuestra la pasión de sus creadores por dar a conocer al mundo su herencia cultural. Imagen, sonido e historia se unen para asegurarnos una inmersión completa en su visión folclórica del universo, bien documentado y realizado con respeto y cariño.
[Imagen de portada extraída de Nintendo]